19 sept 2011

¡Ojalá!


El acuerdo pactado por los dos grandes partidos nacionales y por el que se ha reformado la Constitución de 1978 a principios de este mes de septiembre, resulta revelador.

Parece que hay una carta por medio, pero en pocas palabras la cosa es que Zapatero llama a Rajoy y le propone un pacto de Estado para actuar conjuntamente en el Parlamento y modificar la Constitución. No resulta necesario contar con el acuerdo ni de CIU, ni CC, ni PNV, ni de ningún otro grupo. El líder del PP la acepta ipso facto, toda vez que ya él mismo la había propuesto al Gobierno en parecidos términos un año antes (365 días de retraso en la toma de decisiones, una vez más).

ZP ha hecho lo que debía hacer y para ello ha tenido que pasar por encima del Gobierno, del partido socialista y del candidato Rubalcaba. Como decía Felipe González, “se gobierna desde Moncloa, no desde Ferraz”. Puede que ZP haya entendido –sería magnífico- lo que significa el “Interés superior de España”, así, entrecomillado. Necesariamente tuvo que llegar a la conclusión de que si pactaba con Rajoy, hundiría aún más los intereses del partido socialista, de por sí ya negros como consecuencia de la crisis, pero si no alcanzaba un acuerdo con el gallego, era España la que quedaba condenada al desastre.

Creo que por primera vez, desde aquellos lejanos tiempos en los que permaneció sentado al paso de la bandera USA, el de León ha puesto los intereses de nuestro país por delante de los de su partido.

Para ello, ha tenido que disparar sin misericordia a la línea de flotación del PSOE. Tras el ataque, es decir, después del pacto y la aprobación de la consiguiente reforma, el partido se ha tambaleado ideológicamente, sintiéndose impotente para conciliar sus propuestas económicas con la realidad que vivimos. Y encima, todo lo que se ha pactado con la reforma, no es más que el establecimiento en la norma superior de nuestro ordenamiento jurídico, de la imposibilidad de que uno pueda endeudarse por encima de un límite. Cualquier cabeza de familia medio de este país entiende que no se puede gastar y gastar lo que no se tiene y que el recurso constante al endeudamiento nunca será la solución. Decía Margaret Thatcher que “el socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero…….de los demás”

ZP ha aceptado y reconocido abiertamente con este pacto de Estado, que lo que había que hacer era lo que proponía Rajoy hace un año. ¿Habrá visto por fin la luz? Y ahora, con las elecciones ahí al lado, muchos españoles honestos se preguntan cuántas otras propuestas e iniciativas como esta y que viene realizando el PP desde hace años, no siguen aparcadas en la cuneta única y exclusivamente porque las propone la “derechona”, cuando en realidad, es probable que, en la línea de esta reforma constitucional reciente, sólo tengan por objeto, a la vista de los gravísimos momentos que vivimos, el “Interés superior de España”, todo ello, a pesar de que la persecución del mismo, signifique la adopción de medidas que impliquen el descalabro electoral del partido o incluso su disolución.

El interés superior de España exigía y demandaba desde hace tiempo este acuerdo y en mi opinión, no hay duda que debe extrapolarse a otros ámbitos de la política nacional. Ese debe ser el camino a seguir, al menos, hasta que por fin empecemos a ver brotes verdes de verdad.

Rajoy y Rubalcaba tienen la responsabilidad histórica y la obligación para con el país, de sentarse y, sobre todo, de ponerse de acuerdo en este sentido a partir del próximo 20 de noviembre. Sólo así, actuando juntos, podremos conseguir y generar en terceros, lo único que le interesa al mercado que hace funcionar nuestro sistema: confianza.

Al líder del PP y al candidato del Psoe, no les queda otra.


P.D: Tal vez ZP cayó en la cuenta de que era más beneficioso para él ser recordado por nuestra Historia como aquél que hundió al Partido Socialista Obrero Español, que como el que, con su inacción y torpeza, defenestró a España cuando el país se encontraba al borde del precipicio.

Moto