El sábado pasado tenía entradas para el concierto que la banda vocal “Take 6” ofrecía en el Auditorio Alfredo Kraus. Dos horas antes del inicio del acto estaba en casa, tranquilamente, acostado viendo algo de televisión, cansado después de la jornada agrícola de por la mañana con mi padre, cuando, con una desgana completa, me pregunté “¿Y ahora? ¿Ducharme, vestirme, salir, conducir?......”, la verdad es que no tenía ni la más mínima gana de hacer nada de aquello, pero al final, me decidí y tengo que admitir que valió la pena el esfuerzo.
Creo que fue a finales de octubre, principios de noviembre cuando, leyendo el cartel de conciertos a celebrar en mi ciudad para lo que restaba de año, hicimos nuestra selección: “Ron Carter Foursight”, “Take 6” y “Glenn Miller Orchestra”
Era el turno de “Take 6”. 20:30 horas. Auditorio Alfredo Kraus.
Hacía una noche magnífica cuando salí del garaje del Auditorio, tras haber aparcado el coche. La playa de Las Canteras aparecía toda iluminada y la vista dejaba adivinar el otro extremo de la playa, la zona de La Puntilla. La verdad es que pocas capitales españolas poseen una playa tan impresionante en el mismo corazón de la ciudad, como nosotros aquí. Me di una vueltilla por la avenida hasta que dieron las 20.00, que era la hora a la que habíamos quedado en vernos.
Esta vez, nuestros asientos estaban en el primer anfiteatro y aunque se veía todo bien, reconozco me gusta más el patio de butacas.
De “Take 6” sólo sabía que era un grupo vocal y que había ganado una decena de premios Grammy. Por la red me enteré que desde sus inicios solían cantar en iglesias y, la verdad, después de la decepcionante actuación del “Georgia Mass Choir” el año pasado, que ofrecieron un recital góspel bastante pobre, buscábamos resarcirnos de alguna manera con “Take 6”, con la esperanza de escuchar algo de más nivel, no tan folclórico en el sentido peyorativo del término, que en definitiva, fue lo que nos ofreció el coro de Georgia (USA).
Lo seis miembros de la banda, aparecieron sobre el escenario con algunos minutos de retraso, cada uno con su micrófono en la mano y vestidos de la misma forma que cualquiera se vestiría para ir a dar un paseo o a comprar en unos grandes almacenes. Vamos que la mayoría de ellos llevaban pantalones vaqueros, camisetas T-shirt y zapatillas deportivas. Alvin Chea, bajo, Cedric Dent, baritono, Joey Kibble, tenor, Mark Kibble, tenor, Claude V. McKnight III, tenor y David Thomas, tenor.
El concierto me gustó mucho. Me entretuvo desde el principio. Interpretaron temas de toda su discografía, pero en mi opinión, asistimos, fundamentalmente, a un concierto de Navidad en la más pura tradición norteamericana.
Noté tres partes claramente diferenciadas a lo largo de todo el espectáculo. La primera, quizás la más corta, en la que ejecutaron, de forma soberbia, temas de música góspel. El segundo, el más largo, con temas navideños de varios de sus discos., pero sobre todo del último, "The most wonderful time of the year". Y el tercero, simplemente espectacular, en el que dejaron al público boquiabierto con el despliegue de técnica vocal más excepcional que he escuchado en mi vida.
Tan pronto acabó la parte de góspel, exquisita, cargada de “Oh My Lord!”, “Yes, He’s The Man!”, “Jesus is my Lord!” o “Glory to the Father!”, uno de los miembros de la banda se dirigió al público y nos dijo “Estamos en Navidad y desde los EEUU queremos enviarles a todos ustedes un mensaje de buena voluntad”. Creo que lo consiguieron. A partir de aquí comenzó un concierto navideño, típicamente norteamericano en el sentido más estricto, un recital exactamente igual a los que siempre he visto en las series yanquis de televisión que recrean escenas de Navidad. Villancicos que, obviamente, hablaban de Belén, de María y José, del Niño Jesús y de su Padre, cantados a capella de forma magistral. La versión que interpretaron del Adeste Fideles fue de una belleza deliciosa. Tengo que reconocer que esta fue la parte más emotiva y entrañable y aún cuando, personalmente nunca me dijeron nada los villancicos, ni la música navideña, esta forma de interpretarlos a capella era algo desconocido para mí.
Así llegamos a la última parte del recital. Uno de los miembros de la banda, se dirigió al público y nos dijo “¿y qué músicos creen ustedes han influenciado el sonido de Take 6 desde sus inicios? Aún cuando el grupo había arrancado como un sexteto cristiano que se dedicaba a cantar en iglesias de Alabama, resulta que todos y cada uno de ellos tenían influencias de lo más variopintas, influencias que iban desde las provenientes del jazz, hasta las recogidas de la tradición más profunda del blues negro, desde los Dobbie Brothers a Michael Jackson, desde Stevie Wonder, hasta los Jackson Five. A medida que nos iba comentando la música que había hecho mella en ellos, los “afectados” iban interpretando pasajes de temas muy famosos de estos otros músicos.
Salvo un piano que utilizaron en dos ocasiones para acompañar determinados temas, no había ni un solo instrumento musical sobre el escenario. Aún así, a lo largo del recital escuchamos en varias ocasiones trompetas con y sin sordina, contrabajo a lo largo de todo el recital, con ejecución de glisandos incluidos y batería muy a menudo. Juro que cuando entró el primer redoble de caja, un redoble potente y seco que inundó la sala por completo, di por supuesto que el sonido de esa batería era pregrabado. Tenía que serlo, pero nada más lejos de la realidad. La versatilidad vocal de Take 6 se encargaba de ello. ¡Era una batería de verdad lo que sonaba! Me impresionó sobre todo, la precisión en la cadencia con la que imitaban el chaston, los platos, la caja, el bombo..........
En definitiva, un magnífico y muy recomendable espectáculo. Take 6 ofrece un directo muy cuidado, con temas arreglados con toneladas de sensibilidad y buen gusto, a lo cual contribuye la técnica vocal de cada uno de los seis componentes de la banda que es, simplemente, sensacional.