Ayer domingo volví a salir con la moto.
Es la segunda salida que hago desde que empezó el buen tiempo.
A las ocho y algo de la mañana el muelle aparecía vació y este pesquero japonés fue lo único interesante
Total que como la semana anterior había tirado hacia el norte de la isla, esta vez salí en dirección sur. El día estaba bastante nublado en la capital, así que sin dudarlo mucho cogí la pista. Dejé atrás La Mareta, La Garita, Melenara, el Goro y el Aeropuerto y cuando me di cuenta entraba en Ingenio. Por un momento pensé en bajar hasta la playa del Burrero pero las nubes seguían dominando la zona, así que giré a la derecha y subí hasta el pueblo
Estuve callejeando un poco por Ingenio hasta que llegué a una rotonda: o al barranco de Guayadeque o hasta Tejeda. Me decidí por lo segundo y cogí por La Pasadilla. Por esta zona ya el cielo estaba limpio como una patena sin nube alguna y el aire, que hasta entonces había sido fresco, empezó a calentarse.
Esta ruta la había hecho al revés y por eso me resultó casi desconocida al principio.
Primera parada en una curva justo enfrente del Aeropuerto. Una ligera calima se notaba ya en la distancia
Seguí subiendo mientras el calor continuaba apretando. Dejé atrás La Pasadilla y aparecí delante de las antenas del Pico de Las Nieves para encontrarme con la Caldera de Los Marteles un poco más adelante.
Supongo que un puesto de vigilancia de incendios
Se podía llegar a nuestra casa en Valsequillo por un camino rural en dos horas y media
Aquí paré a descansar un poco y cuando me quité el casco, me encontré con las antenas desde otra perspectiva.
Y seguí en dirección a la Cruz de Tejeda. Por aquí ya el calor empezaba a ser sofocante. Tuve que abrirme la chaqueta. Salí de una curva y me encontré con el Roque Nublo envuelto en calima.
Eran las once y algo cuando llegué a la Cruz de Tejeda y ya había hecho un par de kilómetros en dirección Gáldar -pensaba darle un poco de leña a la moto por los puentes de Silva- cuando el calor me obligó a dar la vuelta. Volví a la Cruz y de ahí ya bajé a casa por san Mateo.
Cuando aparqué la moto eran las doce menos cuarto. Casi tres horas de viaje y 104 kilómetros