Hace algunas semanas me enviaron un emilio con una presentación en powerpoint que rechazaba la instalación de un teleférico en el Roque Nublo. La presentación mostraba fotos sencillamente espectaculares de esta roca señera de Gran Canaria. Imágenes tomadas al amanecer, a mediodía, al ponerse el sol. El Roque Nublo fotografiado desde cualquier ángulo y bajo cualquier circunstacia atmosférica aparecía siempre majestuoso y regio. Se lo envié a mi padre y al poco recibía un mensaje suyo: "Luis, tú y yo, tenemos que subir hasta el Nublo cualquier día."
Habíamos previsto subir el domingo pasado, pero al final tuvimos que dejarlo para hoy. Si algo tengo claro después de esta excursión es: ¡Teleférico en el Roque Nublo, NO!
Recogí a Luis sobre las nueve de la mañana en Zárate y a continuación seguimos hasta Rafael Cabrera en donde habíamos quedado con mi viejo. Total que a las nueve y cinco, más o menos, tiramos en dirección al Roque Nublo con una temperatura a nivel del mar de 20º.
Cogimos la circunvalación y enseguida estábamos en Santa Brígida. Hablando de esto y de lo de más allá, casi sin darnos cuenta, llegamos a San Mateo. A partir de aquí la temperatura empezó a bajar rápidamente. Pronto apareció la neblina que llegó a obligarme a encender la luz de cruce y con la que estuvimos circulando hasta que llegamos a las cercanías del Roque. A las diez y algo de la mañana había 6º.
Aparcamos, cogimos abrigos, guantes, gorros, chubasqueros y cachuchas del portabultos y tiramos hacia el inicio del camino rural.
La temperatura, aunque era de 6º, no siempre me afectaba igual. En ocasiones ni me enteraba del frío. En otras tenía que meter las manos en los bolsillos porque iba sin guantes. En la parte del camino orientada al norte, la humedad saltaba a la vista mirases lo que mirases. El agua caía desde las finas hojas de los pinos canarios e incluso la ví gotear desde la raíz de uno de ellos. En la parte orientada al sur la cosa cambiaba bastante, aunque seguía haciendo frío, se soportaba confortáblemente sin mucho problema.
El Fraile desde abajo
El camino hasta la base del Nublo no es nada complicado. Tiene un par de subidillas con cierta inclinación pero en ningún momento resulta cansado. Cualquier persona puede hacer la ruta. Quizás le falta mejorar algo la señalización y tal vez, colocar algún tipo de barandilla o asidero en determinados puntos de la ruta, más para quitar el miedo que para otra cosa, porque de verdad, el riesgo es bastante poco. Sigues subiendo hasta que aparece el Roque frente a tus narices y te quedas alucinado con la visión.
Sólo hay minutos entre las fotos siguientes. Estas son las más claritas que salieron. Se puede ver gente al pie de las rocasEn el Nublo estuvimos un rato más. Haciendo fotos unos, contemplando otros la inmensidad de los 80 metros del Roque Nublo visto justo desde su misma base. Y en esas estábamos cuando Luis, de pronto, sacó tres vasos y un benjamín de cava -fue todo un detalle por su parte- que había traido consigo y allí mismo nos echamos un brindis para celebrar la magnífica y entrañable experiencia que esta subida había significado.
Comenzamos la bajada hasta el aparcamiento mientras comentábamos la belleza espectacular de nuestra isla. Como en poco más de una hora y tras cuarenta y cinco kilómetros de camino desde la costa, la temperatura había pasado de veinte grados centígrados a sólo seis.
Ya abajo decidimos seguir por la ruta sur y nos dirigimos con dirección a San Bartolomé de Tirajana.
Hicimos varias paradas
La piscina del hotel con algunos turistasComenzamos la bajada hasta el aparcamiento mientras comentábamos la belleza espectacular de nuestra isla. Como en poco más de una hora y tras cuarenta y cinco kilómetros de camino desde la costa, la temperatura había pasado de veinte grados centígrados a sólo seis.
Ya abajo decidimos seguir por la ruta sur y nos dirigimos con dirección a San Bartolomé de Tirajana.
Hicimos varias paradas
El restaurante
Íbamos ya en dirección hacia la costa y otra vez, en veinte kilómetros, de la neblina y los seis grados centígrados, a la visión de Maspalomas y sus dunas bañadas por el sol y el mar.
Desde un miradorLa casa que había en medio más cerca
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