Un domingo de hace un par de meses, me desperté sobre las cuatro de la mañana y después de estar dando vueltas en la cama hasta casi las seis sin coger el sueño, me levanté, me vestí y más o menos a las seis y cuarto estaba subido en la moto sin rumbo previsto.
Noche cerrada aún cuando entré en el Muelle Deportivo.
En el Muelle de León y Castillo ya había movimiento
Y empezó a amanecer. Nunca había llegado hasta la parte trasera del final del
Muelle Deportivo por la parte que linda con la playa de Las
Alcaravaneras. Hay muchos más pantalanes de los que pensaba. Todas las fotos las hice desde aquella zona.
Vi salir un barco de Armas y entrar otro de no se sabe dónde.
Me volví a subir en la moto sobre las ocho y media. De vuelta a casa me paré antes por una churrería y sobre las nueve estaba desayunando.
Está claro que el madrugón mereció la pena. No hay mal que por bien no venga, amigo
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