Hacía
tiempo que no asistía a un concierto y leyendo el periódico hace dos o tres
semanas me enteré que Tuck Andress y Patti Cathrcart volvían a actuar en mi ciudad. La
verdad es que no me costó un segundo decidirme. Habían pasado cinco años desde
la última vez que tuve ocasión de verlos en directo y desde luego, no me los
pensaba perder.
Las entradas se vendían o por Internet o bien el
mismo día del concierto en la taquilla, así que, ante la posibilidad de
quedarme sin ellas, entré en la web para adquirirlas con antelación. Una para mi
mujer y otra para mi.
Total que el pasado sábado 27 de abril, sobre las ocho de
la tarde ya habíamos aparcado el coche muy cerca del Rectorado de la
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en cuyo Paraninfo iba a tener lugar el
acto.
Fui
a echarle un vistazo al artículo que había subido al blog con ocasión de la
visita de esta pareja yanqui en 2008 y me di cuenta que lo había redactado en
inglés pero que nunca lo traduje al español, así que voy a hacerlo ahora porque
el concierto estaba estructurado de igual forma que entonces. Hubo pocas
modificaciones. En realidad, sólo cambiaron los temas que interpretaron en la
primera parte –justo hasta el ecuador del concierto, cuando Patti abandona el
escenario para dejar a Tuck sólo ante el público-, porque a partir de ahí el
repertorio fue casi el mismo que en 2008. Eso sí, las canciones incorporadas en
esta gira de 2013 respondían fielmente al exquisito gusto que pone esta pareja
no sólo en el desarrollo de cada uno de los temas, sino también en la elección
de los mismos y que terminan por convertirlos en piezas únicas, diferentes, alejadas
años luz del tono, del timbre, del tempo y del ritmo de las versiones
originales. Sólo de deliciosas puedo calificar las versiones de “Honey Pie” y “Blackbird”
de The Beatles, de imprevisible e inesperadamente jazzero el “Yeh-yeh” de Matt
Bianco, -¡sí, Matt Bianco+jazz!-, bellísimo el “I remember you” -un clásico de
la música de jazz- y hasta un gospel que se marcó Patti a capella que arrancó
bravos a mansalva. Esta vez teníamos butacas en la fila 2.
El
inicio del concierto estaba previsto para las ocho y media, en mi opinión, la
mejor hora para un concierto. La organización, sin razón aparente alguna, nos
hizo esperar fuera de la sala hasta casi las ocho y veinticinco, pero reconozco
que fuimos recompensados con creces por el soberbio espectáculo con el que nos
deleitó el dúo norteamericano.
Sobre
las nueve menos veinte aparecieron sobre el escenario Tuck y Patti mientras
eran ovacionados por un público escaso, pero incondicional. Al igual que hace
cinco años, llegaron cogidos de la mano e iluminados por una luz tenue que,
unida a la poca asistencia, creó en la sala la atmósfera íntima que me gusta,
más propia de pequeño club de jazz que de un auditorio. Ya digo, muchos
asientos libres en la sala.
Él
se presentó con chaqueta y pantalón de lino blanco. Ella con una chaqueta de
gasa que cubría un sencillo traje, ambas piezas de color negro.
Del
concierto, ¿qué puedo decir?...... En mi opinión, Tuck y Patti son a la música
lo que la poesía y el lirismo son a la literatura. Su actuación en directo regala
una expresión pura de pasión y de sentimiento en la interpretación, sólo al
alcance de unos pocos. No en vano el famoso cantante Bobby McFerrin –el de
“Don’t worry, be happy”- los ha calificado como “el mejor dúo del planeta.”
Noté
que tanto uno como otro, quedaban abrumados por la entrega del público. Daban
las gracias llevándose la mano al corazón como si no estuviesen acostumbrados –el
silencio del respetable fue sepulcral durante todo el show- a que se les
prestara tanta atención y reconocimiento.
Ellos
dos también se entregaron al máximo. Al inicio de la segunda canción, Patti se
quitó los zapatos de tacón y pasó descalza el resto del concierto, lo cual fue
señal evidente de lo cómoda que se sentía ya desde el principio y un delicioso
augurio de lo que empezábamos a disfrutar.
Y
terminó el concierto. Tuck soltó la guitarra que quedó colgada sobre sus
hombros y alargó la mano izquierda, para coger la mano de Patti, nos dieron las
gracias y de mano, desaparecieron por el escenario. Pero tras el habitual “otra, otra, otra” del público,
volvieron de nuevo. Patti se dirigió a nosotros diciendo “Any suggestión?”
“¿Alguna sugerencia?” y le pidieron uno de sus éxitos. ¡Qué pre-cio-si-dad!
Acabó el último bis –eran dos- y Tuck volvió a soltar su Gibson, de nuevo
alargó su mano izquierda para buscar la de su mujer, pero esta vez Patti no
estiró la suya, seguía con el micro en la mano, como dispuesta a continuar con el
espectáculo, cuando muy discretamente Tuck se lo arrebató, lo dejó entre los
pedales que tenía en el suelo, agarró su mano y se fueron definitivamente.
Supuse que era el protocolo que tenían fijado para las despedidas, sólo que
Patti, esta vez, había intentado saltárselo.
Tuck y Patti.
Publicado
el 2 de mayo de 2008
“El
jueves pasado, tuve la oportunidad de ver en
directo Tuck y Patti. Este matrimonio yanqui regresaba a Gran Canaria después de
un par de años de ausencia.
Era la segunda vez
visitaban la isla y no podía
perdérmelos esta vez.
En primer lugar, tengo que
admitir que el concierto cumplió mis
expectativas totalmente; desde la
primera canción que tocaron
hasta el último tema del concierto.
Previamente, en mi casa, había
visionado un DVD de uno de sus shows en vivo y recuerdo que lo vi de un tirón. No pude parar, incluso
olvidé mi uso normalmente compulsivo
del mando del televisor, que me obliga a cambiar de canal
incluso cuando estoy viendo algo que me interesa.
Llegamos más o menos sobre las ocho y aprovechamos para echarnos unas cevercitas ya que el inicio
estaba previsto para las 20.30 horas. Mi primo Víctor
me dio mi entrada: fila uno, asiento siete.
En primera fila, ¡Magnifico!
Había muchos asientos vacíos, pero los nuestros eran ....... "Los asientos!"
Tuck y Patti aparecieron en
el escenario cogidos de la mano, bajo una luz suave que desde ese mismo
momento, nos sumergió en el ambiente característico de un concierto de jazz,
quizás, incrementado por el hecho de que sólo había una voz y una guitarra.
El amplificador de Tuck no estaba a la vista, pero venía armado con una Gibson L-5 de la que me enamoré de inmediato. Era una belleza. Tuck utilizaba únicamente un pedal de volumen que a veces funcionaba como un delay. Nada más.
Patti, que habla un inglés
muy clarito, se dirigió a la audiencia invitándonos a relajarnos y a disfrutar
del espectáculo.
Interpretaron la mayoría de los temas de su último CD, "I remember you", pero también varios de sus éxitos.
La voz de Patti, profunda y grave, potente, precisa, cargada de un soul jazzero fuera de lo comun, se fundía a las mil maravillas con la exquisita ejecución a la guitarra de Tuck, con los arreglos apasionados de las canciones incluidas en el repertorio y que hicieron del concierto un verdadero placer para los sentidos.
El primer tema bastó para conquistar a la audiencia de forma expeditiva. Al acabarlo, los aplausos del público fueron de tal nivel que sorprendí a Tuck incapaz de dar inicio a la siguiente canción; no podía, los asistentes, ya entregados, se lo impedían.
El espectáculo continuó con un tema tras otro, hasta que Patti abandonó el escenario para que Tuck se enfrentara sólo al respetable.
Bueno............. su
versión de “Europa” de Carlos Santana ............no sé cómo decirlo .........
fue magnífica, increíble, rebosante de un exquisito gusto musical. La
introducción del tema, incluía un complejo trabajo de digitación sobre el
mástil de aquella Gibson L-5, creo que su única guitarra. Me llevó un tiempo identificar
la canción de Santana, porque Tuck había escondido tan bien la melodía original
entre acordes, arpegios y glisandos, todos bellísimos, que hasta que no llegó
el famoso riff de guitarra de “Europa” no tenía ni la más remota idea del tema
que interpretaba. Me da que al resto del público le ocurrió igual. Cuando
reconocimos el tema del guitarrista mejicano, los aplausos del público
volvieron a hacer acto de presencia, pero es que cuando llegó la parte rápida
del tema…….., aquellos sonidos limpios y puros que salían de los dedos de Tuck
Andress mientras recorría el mástil, se me metieron por el cuerpo como si fuese
electricidad. La que realizó del tema “Man in the Mirror” de Michael Jackson,
¡pues igual! ¡Soberbia!
La técnica de palmeo sobre
las cuerdas y la digitación de Tuck eran simplemente excepcionales.
Nunca había visto antes a nadie utilizar las
manos sobre el brazo de la guitarra y los dedos sobre las cuerdas como lo hizo. No
utilizó púa en todo el concierto pero conseguía armónicos
perfectos, limpios, cristalinos en diferentes
partes del diapasón. Palmeteaba
sobre las cuerdas, también en distintas partes, ya no sólo del mástil, sino en
otras zonas de la guitarra, creando la sensación de que había varias persona
tocando a la vez y consiguiendo diferentes tonos y timbres, delicados y
elegantes unos, potentes, secos y afilados otros, dependiendo de dónde
golpease. Lo vi incluso utilizar los dedos índice y meñique a modo de arco de
violín.
Después de este impresionante despliegue técnico, Patti se unió a él para continuar con una delicadísima versión de "Me dejas sin aliento”, “You Take my breath away” en inglés, que hizo exáctamente eso. ¡Nos dejó clavados a todos en la butaca!
Mientras que Tuck ejecutaba los acordes del "Time after
Time" de Cyndi Lauper, Patti, una vez más, se dirigió al público "Queremos
que las personas que están aquí, sientan que algo ha sucedido hoy. En
nuestro último concierto en Italia,
le pedimos a la audiencia hacer un esfuerzo por ustedes. Les dijimos que
actuaríamos en Gran
Canaria en unos días
y que queríamos de ellos un favor adicional con el objeto de transmitirles la idea de que
todos vivimos aquí, compartiendo la misma Tierra y por lo tanto tenemos que vivir en paz ..... ellos lo
hicieron por ustedes y ahora
estoy pidiendo que lo hagan ustedes por ellos y por todos .... no sean tímidos
" entonces, Patti dividió la
audiencia en tres grupos, dando a cada uno de
ellos un tono diferente para cantar
el estribillo de la canción y puedo asegurar que fue una de las
experiencias más agradables que
he tenido. Fue genial. Me temo
que no voy a escuchar la versión
de Lauper nunca más.
Después de una hora y
cuarenta y cinco minutos de placer,
el concierto llegó al final. Tuck y
Patti se despidieron mientras estábamos todos de pie, aplaudiendo como posesos unos,
silbando y gritando bravos otros.
Al poco y después del consabido “¡otra, otra, otra! del respetable, la pareja regresó al escenario
para ejecutar dos temas más.
Tuck y Patti ofrecen un espectáculo inolvidable. Se trata simplemente de belleza superlativa en todos los aspectos, la música de jazz, el ambiente que crean, la interacción musical que involucró a todos en la sala, Patti, probablemente una de las voces más dulces y cálidas que he escuchado; Tuck un guitarrista de primera clase con un gusto exquisito y depurado.
Eran las 22:30 cuando salimos del Cicca extasiados y de allí nos fuimos a cenar por los alrededores.
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