Ha
dicho el presidente de Extremadura José Antonio Monago que "aquí se asusta todo el mundo
con el avance de la extrema derecha en Francia y no se asusta con el avance de
la extrema izquierda en España" y tengo que reconocer que está en lo
cierto. No quiero ni imaginar que habría ocurrido en nuestro país si estos
cinco escaños que ha obtenido el televisivo y ultra izquierdista Pablo Iglesias
con su “Podemos”, los hubiese obtenido, por ejemplo, la ultraderechista Fuerza
Nueva del fallecido Blas Piñar.
Tras
una búsqueda por la red me encontré con un artículo publicado en
“Diariocrítico.com” que reunía algunos aspectos del programa político de
“Podemos” y del que copio un par de párrafos
“Exigir
un salario mínimo digno, un techo salarial para los más ricos, la jubilación a
los 60 años, una renta mínima para cada ciudadano, eliminar las ETT, dejar de
cumplir la obligatoriedad de cumplir con el déficit, olvidar las agencias de
calificación de deuda, nacionalizar las principales empresas energéticas y de
servicios básicos (alimentación, transporte, sanidad...), más control a las
empresas multinacionales que operan en España, reducir gasto militar, suprimir
las SICAV...”
“Dación
en pago, moratoria indefinida para pagar la hipoteca en familias en la ruina,
fin de todo los desahucios, o no cortar nunca la luz, agua y calefacción aunque
haya impagos. En cuanto a la sanidad y la educación, se incluye en el programa
propuestas como volver a nacionalizar los centros médicos privatizados, impedir
el copago sanitario y farmacéutico por ley, aborto libre y gratuito, eutanasia
libre, fin de la subvención a la escuela privada o concertada y derogar el Plan
Bolonia universitario.”
Y
¿cómo se pretende pagar esto? Pues me temo que como en Venezuela, es decir,
haciendo que papá estado se encargue de proveerlo todo, bien nacionalizando
negocios de alimentación -los trabajadores de Mercadona se convertirían en
funcionarios- para terminar hundiéndolos, bien imponiendo a los “más ricos” un
sueldo determinado para invitarlos a que se vayan con su dinero a otra parte,
bien obligando a los comerciantes a vender bienes por debajo del coste, para
desincentivar al tejido empresarial. Además de estos ejemplos bolivarianos, no
pagando lo que debemos, aunque ello implique que dejen de prestarnos y la
consiguiente bancarrota, -según he leído podría producirse en cuatro o cinco
meses desde el impago-, o para que
lo hagan exigiendo un más alto interés, suprimiendo a las SICAV para que huya
todavía más capital de nuestro país, “controlando” a las multinacionales para
terminar obligándolas a replantear su presencia en España y a que se pregunten
si vale la pena seguir invirtiendo en nosotros.
Un
periodista explicó que Podemos estima que de acuerdo con sus propias políticas
económicas –parece saben cómo acabar con el fraude fiscal- estarían en
disposición de recaudar para el Estado 350 mil millones de euros. Sin embargo,
el mismo periodista hizo números respecto de cuánto costaría llevar a cabo sus
propuestas –salario para todos los ciudadanos por el mero hecho de serlo o jubilación
a los 60- y se necesitarían 480 mil millones.
Cualquiera
con dos dedos de frente entiende que “Podemos” lo único que garantiza por
anticipado con sus propuestas es la quiebra y la ruina, económica, financiera y
social. Con su política nos ofrece el mismo colapso que finiquitó la URSS.
“Podemos” pretende la vuelta de un estado idílico que provea de las maravillas
más maravillosas en materia social sin que el costo de ese gasto, ni el choque
frontal de sus propuestas contra el sistema económico de nuestro país, les
suscite problema alguno; no preocupa porque ocurrirá lo que todos sabemos ha
sucedido en el pasado con esas políticas: en cuanto se acabó el dinero, se
terminó todo. Creo que Margaret Thatcher lo ha expresado con certera precisión:
«El socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero... de los demás».
Los
partidos tradicionales prometen y después no cumplen, pero desde luego no
intentan conquistar nuestro voto diciéndonos que con su programa electoral nos
aseguran la misma miseria y desesperación que en el pasado y gracias a esas idénticas
recetas económicas sufrieron otros.