Este pasado domingo he vuelto a salir con la moto.
Ya estaba en la calle a las 8:30. Paré en la gasolinera de la Disa que hay por mi casa, llené el tanque y me fui a dar una vuelta por la ciudad.
Ni un alma en la calle. Las fotos las tiré desde el centro de la calzada.
El edificio de la fundación Mapfre. Lleva años con el cartel de "se alquila" sin que nadie parezca interesado.
Por esa zona estaba cuando recordé que me quedaban algunas fotos pendientes por Santa Brígida y para arriba me fui.
Ahí el rutómetro de la jornada.
Reconozco que esta vez tenía intención de subir algo y me puse ropa térmica debajo del pantalón y de la camisa. Menos
mal. Cuando iba por Tafira Baja ya el frío era importante pero el equipaje térmico......¡fenomenal! Lo de las manos ya era otra cosa.
Subí por La Tropical. Ni un coche, ni una moto, ni delante, ni detrás. Yo sólo por la carretera, paseando tranquilamente a 40/50 km/h pero trazando todas las curvas de fuera a adentro como si estuviera en un circuito hasta llegar a la rotonda que hay a la altura del Seminario. ¡Qué placer!
Y llegué a Santa Brígida
Pensé tirar por El Gamonal pero iba a terminar saliendo por Telde y ante la posibilidad de tener que coger la pista para volver a casa, preferí continuar hacia San Mateo a donde llegué con las manos bastante perjudicadas por el frío.
Aquello era un "hervidero". Los bares y cafeterías plagados de turistas, de moteros, de grupos de ciclistas, de gente que había venido al mercadillo de frutas y verduras que se organiza cada domingo allá arriba, de vecinos jugando al ajedrez al aire libre en las calles peatonales, de senderistas armados con sus bastones de paseo haciendo acopio de bocadillos y botellas de agua. Huía aterrado de todo aquel rebumbio ensordecedor buscando algún sitio dónde tomarme algo cuando me encontré un bar con este cartel.
Y me dije "coño pues si es un repartidor oficial de felicidad......,no hay más que hablar". Era el típico bar de pueblo. Había tres clientes cuando entré. Lo regentaba una mujer bastante grande con las mejillas rosadas y los brazos poderosos a la que imaginé manejando azadas y ganchetas con destreza natural. Le pedí un cortado largo. Me agarré al vaso caliente con las dos manos para ver si se me calentaban los dedos. Mientras sorbía el café me fijé que los tres hombres que estaban sentados en la barra -sin duda vecinos- veían el partido de Nadal contra Federer. "Yo nunca he entendido la puntuación del jodío tenis este" dijo uno........"son cuatro o cinco puntos pa' un juego" dijo otro...."hay uno al fondo que dice No" apuntó el tercero......hasta que con la firmeza propia de los entendidos intervino la mujer de detrás de la barra. Ipso facto les aclaró cómo funcionaba lo de la puntuación, qué era un ace y qué era un tie break, cuántos juegos hacían un set, la velocidad del servicio de Nadal, qué significaba doble falta y qué hacía aquel tipo diciendo no al fondo de la pantalla, cuando veo como los parroquianos, que parecían interesados en el partido, se levantan, se despiden de ella y salen del bar, pero...sin embargo.....ella seguía hablando sola de tenis.....como si los clientes siguiesen allí porque a mi no me dirigió nunca una mirada. Yo era como si no estuviese. Viendo aquel panorama y pensando en cómo se habían ido los vecinos al verla coger carrerilla con el guineo del tenis, apuré el cortado, pagué y volví a subirme en la moto con dirección a Teror.
El trayecto San Mateo-Teror también discurrió con tráfico escaso. La primera parada la hice en Utiaca. Ahí algunas imágenes de la luminosa Parroquia de Santa Mónica
El trayecto San Mateo-Teror también discurrió con tráfico escaso. La primera parada la hice en Utiaca. Ahí algunas imágenes de la luminosa Parroquia de Santa Mónica
La última parada la hice en Arbejales, uno de los barrios de Teror.
De allí ya enfilé para la capital. Dejé atrás Teror y llegué hasta Arucas y cuando pensaba que saldría por la autovía del Norte como siempre, me vi dentro de los nuevos tramos de la circunvalación y casi sin darme cuenta estaba bajando por Tamaraceite.
Serían las doce y media cuando entraba en mi casa.
Serían las doce y media cuando entraba en mi casa.
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