27 sept 2012

¡Qué peligro!



Leía el otro día en la prensa digital unas declaraciones del turco Ekmeleddin Ihsanoglu, a la sazón, Secretario General de la Organización de Cooperación Islámica y recogidas por la agencia Reuters, en las que respecto del vídeo que ridiculiza a Mahoma, manifestaba que “la comunidad internacional debería dejar de esconderse detrás de la excusa de la libertad de expresión” en referencia a los argumentos aportados por los países occidentales en contra de una propuesta de ley universal contra la blasfemia. Opina también el señor Ihsanoglu que “el abuso deliberado y sistemático de este derecho, -para nosotros englobado dentro de la categoría de Fundamentales- constituye un peligro para la seguridad y la estabilidad mundial.”

En la misma noticia se señala que la Comisión de Derechos Humanos de dicha Organización afirma que “el aumento de la intolerancia contra los musulmanes” debía ser observado de cerca y pidieron “un código internacional de conducta para los medios de prensa y para las redes sociales dirigido a prohibir la difusión de material insidioso.”
También con referencias al famoso vídeo del cristiano copto norteamericano que ha incendiado el mundo musulmán, el pasado 14 de septiembre el diario El País publicaba una entrevista con Mourad Medelci, ministro de Asuntos Exteriores de Argelia y que a una de las preguntas formuladas por el periodista manifestaba que “Solo estoy aquí para decir dos cosas: que la película es una iniciativa, una más, que atenta contra una religión y que los ataques de Bengasi y de otros lugares son condenables. ¿Posee nuestro sistema de gobernanza mundial recursos para acabar con la blasfemia? Me temo que carecemos de ellos. Es necesario hacer un esfuerzo en materia de gobernanza mundial para elaborar un marco jurídico adecuado que ataje estas situaciones. No es tolerable que en nombre de la libertad de expresión algunos quieran hacer añicos las convicciones religiosas.”
 http://internacional.elpais.com/internacional/2012/09/14/actualidad/1347649290_991055.html
Yo me temo que no hay solución. Parece que siguen sin querer entender que el desprecio, la mofa, la burla o la sátira respecto de las convicciones religiosas de terceros, no recibe en nuestros ordenamientos jurídicos un trato distinto del que pueda seguirse en cualquier asunto relacionado con insultos al honor, con la difamación, con la injuria o con la calumnia. Por otro lado, hace mucho tiempo que La Biblia no rige nuestras vidas, al contrario que el Corán, que hoy día sí que regula las de ellos. 
Según Wikipedia, Mourad Medelci nació en 1943. Es licenciado en Economía por la Universidad de Argel desde 1966 y Doctor desde 1968.
De Ekmeleddin Ihsanoglu, señala que nació también en 1943 en El Cairo. Licenciado en Ciencias por la Universidad Ain Shams de El Cairo y Doctor desde 1974.
Tanto el señor Medelci como el señor Ihsanoglu son personas formadas, vamos, que no integran los grupos de descamisados que hemos visto escalar los muros de las embajadas norteamericanas para incendiarlas. No sólo no son fanáticos, sino que han desempeñado cargos de relevancia en sus respectivos países que sin duda les han puesto en contacto con nosotros y con nuestra forma de entender la vida en sociedad, en la que la religión no tiene más cabida que la de la estricta intimidad individual. El turco ha sido conferenciante y profesor en universidades británicas y alemanas y el argelino Ministro desde 1988, ocupando carteras como Presupuestos, Comercio o Hacienda, pero sin embargo de las palabras de ambos sólo se deduce la pretensión de que sus valores religiosos deban situarse por encima de la Ley Civil que gobierna a los ciudadanos occidentales. 
Están tan convencidos de que su dios está por encima de nuestras leyes que la osadía de la propuesta se torna inadmisible cuando soslaya que en el mundo musulmán no sólo no se respetan las creencias religiosas de los demás, sino que encima se persiguen y castigan con prisión e incluso muerte.

Por ejemplo, en la Turquía de Ihsanoglu y de acuerdo con el Informe sobre libertad religiosa en el mundo 2010, aún no es posible que un turco se convierta abiertamente al cristianismo; Bartolomé I, patriarca ecuménico de la Iglesia ortodoxa, ha afirmado que los cristianos ortodoxos de Turquía son tratados como ciudadanos de segunda clase. “No tenemos la sensación de estar disfrutando plenamente nuestros derechos como ciudadanos turcos”, declaró. Aun así, “preferimos permanecer aquí, aunque a veces se nos crucifique, algo que”, continuó, “conozco muy bien”.

De la Argelia del señor Medelci, el país árabe más tolerante con otras religiones, señala el mismo Informe que parece que los servicios de seguridad de Argelia están implicados en la campaña contra la “cristianización de los argelinos” (el Islam prohibe el proselitismo) o que el 26 de diciembre de 2009, en Tizi-Uzu (Cabilia), un grupo de veinte musulmanes atacó una iglesia recién construida de la comunidad pentecostal de Tafat durante el servicio de la mañana. Todos los miembros de la comunidad, unos trescientos, eran musulmanes conversos. Dos días después, por la noche, los agresores volvieron, entraron a robar en el edificio y le prendieron fuego o , declaró Akli Larbi, profesor universitario y defensor de los derechos humanos. 

Total que al contrario que al señor ministro de Asuntos Exteriores de Argelia, a mi lo que me parece intolerable es que en nombre de las convicciones religiosas de una persona, de cinco o de trescientos cincuenta millones de fieles devotos, pretenda hacer añicos la idea que de la libertad de expresión tenemos en Occidente. Si la película atenta como dice contra su religión, aquí lo que se hace es que el afectado entra en un Juzgado, presenta una denuncia y es un Juez Civil el que determina si la supuesta ofensa está dentro o fuera de la Ley. Y ocurre exactamente lo mismo cuando algunos quieran, en ejercicio de su libertad de expresión, hacer añicos las convicciones religiosas de uno, cinco o de trescientos cincuenta millones de fervorosos creyentes. Enfila uno la puerta del Juzgado y espera a que el Juez decida sobre el asunto.
Es precisamente la intolerancia que rezuman las palabras de estos dos representantes del mundo musulmán las que mejor ilustran la incompatibilidad  entre democracia e Islam a día de hoy. Una imposibilidad de coexistencia que es exactamente la misma que vivimos nosotros en la Edad Media, en donde democracia y religión cristiana eran conceptos irreconciliables y antagónicos, pero de eso........ hace más de...........¡cinco siglos!
Hoy es 9 de Dhul-qa'adah de 1433 en cualquier país islámico. 

Ese es el problema: son 579 años de evolución social los que nos separan y esto es algo que Occidente debe asumir de una vez por todas para mostrarnos firmes, para no ceder ni un milímetro ante este tipo de pretensiones intolerables.

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