Hay una frase popular que al grito de “PSOE y PP la
misma……..es!” ha conseguido hacerse un hueco entre los lemas y consignas que
habitualmente se escuchan en las manifestaciones ciudadanas de protesta,
responsabilizando por igual a los dos únicos partidos políticos con
perspectivas de gobierno, de los problemas que nos acucian hoy día.
Tengo que reconocer que tanto PP como PSOE perseveran con
ahínco para transmitir esa sospechosa sensación, pero desde un punto de vista
objetivamente egoista, resulta imposible la equiparación.
Me explico.
Las tres legislaturas y pico de Felipe terminaron siendo un
desastre. Episodios como los de Malesa, Filesa, Time Sport, Flick, Expo 92,
Ibercorp, Roldán, Juan Guerra, Salanueva, por citar algunos, revelaban una
corrupción casi generalizada en todos los ámbitos y el sevillano termina
traspasando a Aznar un país inmerso en una penosa situación económica, agravada
por una tasa de desempleo del 20%. Esto no es opinable. Son hechos.
La primera vez que gobierna el PP en 1996 se comienza a
remediar la situación heredada de los socialistas y en una legislatura logran
reducir el índice de paro al 13%. A pesar de que también aparecen episodios de
corrupción con Aznar, ni mucho menos tienen la entidad de los protagonizados
por los socialistas. Cuando las urnas les obligan a ceder el poder, entregan a
ZP un país saneado, con superavit y un poco más de 2 millones de parados.
Tampoco esto admite interpretaciones. Es un dato objetivo.
La vuelta del PSOE nos trajo a un ZP que básicamente se
dedicó a dilapidar la totalidad del dinero que había recibido del anterior
gobierno y a endeudarnos hasta las cejas. Al final de su gestión, Zapatero no
sólo deja a España arruinada, sino que encima la hizo perder la consideración,
credibilidad y respeto internacional que había conseguido Aznar para el país.
De aliado preferente cuya opinión interesa escuchar, a un aliado que ni fú ni
fá. Toni Blair en la presentación de sus memorias, refiriéndose a la
negociación del Tratado de Amsterdam: “todos intentaron ablandar al jefe de
Gobierno español, cada uno a su manera: el primer ministro holandés, Wim Kok,
con suavidad, a la manera de los protestantes de su país, el presidente
francés, Jacques Chirac, en plan mandón, muy a la francesa.
Finalmente, el canciller federal alemán, Helmut Kohl se
levantó de su asiento y se fue con su considerable peso a ver a Aznar, cuenta
Blair, quien le compara a una especie de fuerza inexorable en busca de un
erizo. Regresó todo perplejo. Inexplicablemente, el erizo no se había dejado
aplastar, así que Kohl le pidió a Blair que lo intentara a su vez.
Entré donde estaba sentado José María, solo con su
intérprete y su cigarro, al que daba caladas como si no tuviese la mínima
preocupación. Prescindimos del intérprete y hablamos francés, recuerda Blair.
Éste le dijo entonces al político conservador español lo
importante que era que aceptara el compromiso y lo decepcionado que estarían
todos, sobre todo el canciller alemán si no lo hacía.
Ya lo sé. Estoy tan triste, dijo Aznar con enorme mueca, y
agregó, según cuenta Blair: ¿Puedes llevarles este mensaje? Diles que ya les
expliqué cuáles eran las condiciones para que el tratado fuera aceptable para
España y las expuse al principio. Hasta ahora no me han vuelto a preguntar.
Pero si lo hubiesen hecho, les habría repetido que ésas son las condiciones
aceptables para España. Y además, mira, dijo Aznar, sacando algo de su
bolsillo, me quedan muchos más cigarros para fumar”.
La segunda vez que gobierna el PP la vivimos hoy día. Al
igual que Aznar de Felipe, Rajoy recibe de ZP una España en quiebra técnica.
Con 5 millones de parados, la prima de riesgo a 360 puntos –Aznar se la entregó
a 0 en 2004-, las cuentas públicas desbocadas, la tasa de crecimiento más baja
de la UE y a punto de tener que ser rescatada por la Unión Europea como ha
ocurrido con Grecia o Portugal. El PP no sólo evitó la, sin duda, humillante
intervención, sino que, despacio, muy despacio, y gracias a las duras pero
ineludibles medidas adoptadas contra viento y marea, empezamos a vislumbrar
algunas mejorías en la situación general del país. Hay esperanza de que el PP
pueda volver a sacarnos por segunda vez del atolladero.
No, no pueden equipararse de ninguna manera.
Pero bueno, suponiendo que la frase, “¡PSOE y PP la misma
****** es!” reflejase exactamente la realidad de ambos partidos, nos
encontraríamos ante la tesitura de tener que elegir entre dos candidatos igual
de sinvergüenzas y frente a esa disyuntiva, los "Hechos Probados" me hacen preferir sin
duda al que me roba pero que cuando se va entrega un país sano financiera y económicamente, que al
que me roba, se va y encima me deja con una mano delante y otra detrás.
Es una cuestión de egoísmo personal
Aznar hace el peor de los actos: no meter en la cárcel a los corruptos anteriores (sólo a los más pasados) allanando el camino a que lo más sensato a un político es ser corrupto.
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