7 mar 2015

En Tenerife


El pasado 2 de marzo, en la vecina isla de Tenerife, dos delincuentes armados,  encapuchados y con material para amordazar a las víctimas, han irrumpido en la casa de unos vecinos del municipio de Arafo a las 21:45 horas. Los moradores, un matrimonio de esos con más de 50 años de casados encima. Según leo en la prensa, él ronda los 80.

Ambos son zarandeados y golpeados violentamente por estos hijos de puta. Les exigen dinero, entregan lo que tienen, pero no es suficiente. Quieren más y comienzan a golpear a la esposa. Aterrado, el marido comenta que hay dinero en otra habitación. Cuando vuelve, regresa con una pistola en la mano. Sin mediar palabra, dos tiros. Uno al suelo y el otro, mortal, atraviesa la mejilla de uno de los asaltantes. El segundo miserable huye.

Ayer creo han dejado libre con cargos al vecino de Arafo.

¿Qué habríamos hecho cualquiera de nosotros en el caso de este matrimonio tinerfeño? 

Yo nunca me planteé ni siquiera la posibilidad de que los ciudadanos pudiésemos tener armas en nuestro poder y reconozco que fue sólo después de algunos años dejándome caer por un foro de habla inglesa frecuentado por pocas personas, entre ellos, doce o quince yanquis, que empecé a ver la vaina de otra manera.

Estaban más o menos en un 70-30, a favor y en contra, respectivamente, pero con el tiempo, leyendo sus argumentos y la justificación razonada que ofrecían, se me iba haciendo más difícil no entender sus puntos de vista. Se ajustaban precisamente al suceso ocurrido en Tenerife. 

Muchos norteamericanos creen que si dentro de sus casas son víctimas de una intimidación grave para sus vidas o para la de sus familias, están legitimados para eliminar esa amenaza de forma expeditiva, contundente e inmediata. Eso es lo que persiguen: acabar con lo que aterroriza a la familia cuanto antes, nada de disparos al aire. El derecho a erradicar el peligro extremo que se cierne sobre los tuyos, una vez asumiste que la ayuda externa podía –les basta la presunción- no llegar a tiempo. El rechazo a dejar la última posibilidad de defender sus vidas a cargo de terceros. En esos momentos, muchos yanquis piensan que los medios para garantizar su protección deben estar necesariamente en sus propias manos. Y a mi esto, hoy ya no me parece tan descabellado.

Se me ocurrió comentar que bueno, que por aquí, al no haber armas en poder de los ciudadanos, no existían tantos delitos como allí y que las probabilidades de que estas cosas ocurrieran no eran muy habituales. 

La mayor o menor probabilidad de que pueda producirse un suceso como este les resulta irrelevante. La sola posibilidad de que pueda ocurrirles a ellos les es suficiente para exigir el derecho a defenderse. “¿Tiene airbag tu coche?”, me preguntó uno. “Sí”, contesté. “¿Cuántas veces ha saltado desde que lo tienes?” continuó. “Ninguna”, repliqué, “¡pues eso!, basta con que se dispare una única vez para que puedas haber salvado la vida, da igual el índice de probabilidades de que ocurra un accidente. Está previsto para protegerte a la primera, cuando sea necesario”……como les ha ocurrido a estos vecinos. A pesar de que el autor de los disparos carecía de licencia y ni siquiera el arma se hallaba registrada, no queda más remedio que admitir que el hecho de que tuviese una pistola en casa, eliminó la amenaza de forma completa y definitiva. Si no llega a tenerla, tal vez habrían sido ellos los fallecidos o los gravemente heridos. 

También apunté que en su país, al contrario que por aquí, los casos de tiroteos indiscriminados en campus universitarios o en centros comerciales, eran frecuentes, así como el número de muertos y heridos por armas de fuego, pero igualmente fui rebatido. El individualismo propio de la idiosincrasia yanqui se impuso. “Me da igual que hayan muchos casos de tiroteos, mi derecho a defenderme está por encima del hecho de que otros puedan hacer un uso criminal de sus armas y de las víctimas que ese uso pueda producir. La protección de mi vida dentro de mi casa debe poder estar en mis manos por encima de cualquier consideración.”
 

Insistí alegando que el hecho de que el delincuente supiese que los ciudadanos disponían de armas, hacía que aquéllos buscasen otras más potentes y más sofisticadas, pero nuevamente, nunca mejor empleado, fui desarmado. “¿Puede un ciudadano tener legalmente armas en España?”. “No” respondí. ¿”Tienen los delincuentes en España la posibilidad de hacerse con armas”?. “Sí” musité……….”entonces, ¿qué más da el tipo de arma, si el delincuente puede fácilmente conseguir una con la que atacarte y tu ninguna con la que defenderte.” 

Por otro lado, ¿qué intenciones pueden albergar dos tipos que entran en tu casa de noche, con el rostro cubierto y armados? ¡Ninguna buena! ¿Qué podemos hacer los españoles en esos casos?

Cualquiera puede trasladar el suceso de Tenerife a su propia familia y ponerse en situación. 

Como no estás acostumbrado a verte inmerso en un trance de este calibre y como para los delincuentes es el pan de todos los días, ya estás en desventaja desde el principio. Ellos saben cómo desenvolverse y tu no, por lo que probablemente pronto puedas ser presa casi total del pánico. Imaginemos por un momento las pulsaciones a las que estaría latiendo nuestro corazón, con dos encapuchados armados en casa. Sigamos. Tu mujer con la nariz rota y sangre en la cara tras recibir una piña, a ti te encañonan y te exigen dinero mientras la hoja de un cuchillo está apoyada en la yugular de tu hija para que no tardes mucho en poner la pasta sobre la mesa. ¿Más?...... los de Tenerife llevaban cinta americana, así que maniatarnos, ensañarse con nosotros o violar a nuestras mujeres tampoco es descartable. Y entonces, llegados a este punto, si dispongo de una pistola  ¿tengo que controlar el extremo nerviosismo que me atenaza, con la única finalidad de valorar la forma en la que me defiendo del asaltante para que mi respuesta “sea proporcionada”? ¡Por favor!. Lo único plausible es que dispares una, dos, tres, siete veces para acabar con la situación cuanto antes y todas las consecuencias que puedan derivarse de esos disparos, deben consignarse, en mi opinión, en el debe del asaltante.

Aquí en España tenemos que correr a encerrarnos con llave en el cuarto de baño si no te cogen ellos antes. Tenemos que aceptar que nos roben, esperar encerrados a que buenamente decidan irse o aguantar hasta que llegue la Policía y yo, la verdad, para que nos vamos a engañar, lo que más me gustaría, como a muchos yanquis, es que la última posibilidad de defender mi vida dentro de mi casa, pudiese estar en mis manos. Esa "ultima ratio" debe estar en mi poder.







http://www.laprovincia.es/sucesos/2015/03/03/hombre-mata-tiro-ladron-robar/681413.html

1 comentario:

  1. Estoy plenamente de acuerdo contigo, es más, desde que estudiaba Derecho Penal en la facultad veía como se protegía más al delincuente que a la víctima, (el típico; El muerto al hoyo y el vivo al bollo, vamos). Tuve como profesor a un fiscal de la Audiencia de Las Palmas, de apellido Roig, un tío realmente brillante. Es cierto que vemos el asunto de las armas con un poco de reticencia( o más bien mucha diría yo)¸los casos de un tío matando indiscriminadamente a todo el que se le cruza son impactantes, sin embargo no se habla de aquellos que se salvan de una violación o un robo a mano armada(cuando un miserable te pide e dinero que llevas encima apuntándote con una pistola o esgrimiendo un cuchillo, no se sabe como puede terminar, se pone nervioso te dispara o te clava el arma blanca con la que te intimida).

    Hace tiempo en España tuvimos el laso del yerno de la familia Tous, disparó y mató a uno de los ladrones, no veas el problema que tuvo el pobre hombre, casi nos vendían la historia de que el peligroso era él y no los que asaltaron su casa.

    Como te decía, desde mis tiempos de facultad veía que se exigía mucho a la víctima para aducir legítima defensa (todo ese rollo de la proporcionalidad entre el ataque y la defensa, como si uno pudiera discernir fríamente todo eso cuando unos tíos se han metido en su casa violentándole a él o a su familia, sencillamente me parece que es cogérsela con papel de fumar.

    En esto los norteamericanos lo tienen claro, tengo derecho a defenderme, y además su propia Constitución reconoce este derecho, y aun cuando la tenencia de armas puede dar lugar a los hechos que todos sabemos y que tanto nos impacta a través de la televisión, creo que a tus interlocutores yaquis no les falta razón, y lo ocurrido en Tenerife lo demuestra.

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