Sin
preámbulos.
Por
un lado el socialismo español se desmorona. Después de décadas viviendo de una
siglas, -PSOE-, bajo las que han solapado con éxito la identidad socialdemócrata
que sus dirigentes impusieron al partido partir de 1975 cuando se rompe con el
marxismo, cuando se abraza el capitalismo, la economía de mercado y el
pluralismo político, resulta que la ficción se ha acabado abruptamente. La
crisis ha parido a Podemos, un grupo de marxistas-leninistas, izquierdistas en
sentido estricto, que aupado por medios de comunicación va a robarle al PSOE
gran parte de su electorado, que ahora, -qué casualidad que gobierna el PP-,
siente renacer su hasta hace poco durmiente vis revolucionaria.
El
secretario general del PSOE cabalga un jamelgo desbocado por las maquinaciones insidiosas
y las traiciones generadas desde su propio entorno.
Alguna
prensa habla ya de fractura en el partido entre los favorables a pactar con
Podemos y los que quieren hacerlo con el PP.
Zapatero
y Bono reuniéndose en secreto con Pablo Iglesias, para a continuación hacerlo con Raúl
Castro y con Evo Morales, en un guiño evidente a su parroquia señalándole una
abierta disposición a formar un futuro y nuevo Frente popular, que, para qué
engañarse, nada bueno augura.
Rubalcaba
maquinando con Pedro Sánchez para regresar al partido al centro del espectro
político que es donde se sitúa la voluntad de la mayoría de los españoles, orquestando
el derribo fulminante de Tomás Gómez y considerando seriamente la posibilidad
de un pacto de Estado con el PP que impida la más que probable desaparición del
partido.
Felipe
González trajinando para que Andalucía con Susana Díaz no deje de ser el vivero
de votos que asegura la victoria o reuniéndose con Corcuera, Barrionuevo y
Leguina “preocupados por las encuestas que
sitúan a Pedro Sánchez detrás de Podemos”.
En definitiva, el
principal partido de la oposición desarbolado, crujiendo sus cuadernas y transmitiendo
una sensación de desunión y de revuelta interna, que resulta peligrosa
para la estabilidad política que necesitamos y que difícilmente permiten
considerar a Pedro Sánchez como una alternativa medianamente realista de
gobierno.
Luego
Ciudadanos, que liderado por Albert Rivera sólo aporta juventud y bastante
sentido común, pero carece de cuadros dirigentes con los que afrontar el
complicado reto de dirigir España, así como de estructura que le permita estar
presente en todo el territorio nacional.
Rosa
Díez con Unión, Progreso y Democracia parece que no termina de despegar y que
sigue sumida en una especie de quiero y no puedo.
Finalmente
tenemos a los marxistas de Podemos que ofertan lo mismo que Syriza, esto es,
promesas de ingentes cantidades de un maná rebosante de azúcar y miel para todos
que, eso sí, ya pagarán otros. Es decir, recetas que la Historia ha
demostrado conducen a la miseria completa. No hay nada más que fijarse en el
éxito del señor Tsipras en las negociaciones con la UE, para darse cuenta de lo
que nos esperaría con su homónimo español al frente de nuestro país. Podemos también está
huérfano de lo mismo que Ciudadanos: cuadros y estructura. La posibilidad de un
gobierno dirigido o con la participación de populistas abiertamente comunistas me
resulta aterradora. Basta comprobar la desazón que la sola declaración pública de esos compromisos genera en los índices que miden la confianza de cada país, valoraciones que son la referencia a que acuden aquellos que desean invertir en nuestro
país o acceden a prestarnos dinero, antes de darnos el sí.
Pedro
Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias comparten sin embargo un denominador
común: ninguno de los tres ha gestionado en su vida ni un euro público. Su
experiencia de gobierno es nula. Si alguien tiene un problema de corazón no acude
a un médico que acaba de terminar el MIR, sino que buscará un galeno con
experiencia acreditada. Lo mismo cuando se trata de elegir un taller para
llevar el coche a reparar. Uno pregunta y se informa acerca de la solvencia
técnica del que resulte finalmente elegido, pero lo que no hace es ponerlo en
manos de un recién salido de la escuela de mecánica.
Podrá
no gustarnos el PP, Rajoy resultarnos repulsivo, podremos estar de acuerdo con
que las políticas de austeridad están dando resultado o no y así "ad infinitum", pero es el único
que a día de hoy asegura la estabilidad política que necesitamos para seguir con paso firme
la senda de crecimiento en la que estamos inmersos. Ni Pedro Sánchez por el
momento que vive su partido, ni Albert Rivera y mucho menos Pablo Iglesias, son
capaces de transmitir la imagen de solvencia, de responsabilidad y de confianza
internacional que, guste o no, viene recuperando nuestro país desde 2011 y la
elección de cualquiera de ellos, objetivamente, pone en serio peligro lo
logrado hasta hoy.
Voy
a copiar el comentario de un forero con el que coincido desde hace años porque
desde el rechazo, -comprobarán que va directo a la yugular del presidente-, se
dirige a otro forero sin opinar, sino sólo exponiendo hechos objetivos, ciertos,
reales y mensurables. Creo que disecciona perfectamente la situación: el PP es
lo único sólido y estable, Rajoy es lo menos malo para el futuro de nuestros hijos
“Es como ayer, cuando oía al
representante de IU-Los verdes hablando en el debate del Estado de la Nación.
Parecía que medio país vive bajo un puente. Dibuja una sociedad en estado de
precariedad absoluta, con esos ….no sé cuantos millones de parados. ¿Se puede
ser más cenutrio? Con millones de parados y crisis galopante, date un
paseo por los grandes centros comerciales; intenta coger mesa en los
restaurantes, cafeterías en una isla como ésta –para hablar de algo que tenemos
cerca y cuya realidad es conocida-, con un paro (en cifras oficiales) por
encima del 30%. ¿Pero a quién cree que le está contando esas historias?
Sabemos cuál es la realidad y lo único cierto es que nuestro Gobierno, cuyo
Presidente (que me parece bastante despreciable –su actitud en los casos de
corrupción de su partido, en los que él ha colaborado activamente, por ejemplo,
borrando discos duros de ordenadores requisados judicialmente, me parece
repulsiva-) está haciendo lo que se tenía que hacer. Lo que han hecho Portugal
o Irlanda y lo que va a tener que hacer Grecia, porque la alternativa sí que es
catastrófica. Lo de Syrisa es un brindis al sol y los mirlos blancos
no existen. Por eso, Podemos es un bluff, un canto de sirena con un programa
surrealista y que está captando el voto del descontento popular. Que sí, que
apetece darle una patada en el culo a unos y a otros, a mí también, pero pienso
en mis hijos y prefiero la senda de recuperación que lleva ahora mismo el país
que las soflamas irrealizables con que Podemos está engañando al votante
descontento. Y digo engañando, sí, porque si ellos mismos se creen que son realizables
entonces sí que tenemos un problema de verdad. Afortunadamente, Grecia
les va a mostrar el camino y en ningún caso va a ser su ruta electoral. Al
tiempo.
¡Pues eso, al tiempo!
estamos de acuerdo Filter, el único con experiencia en gestionar un país es Rajoy, que aunque no sea un dechado de simpatía y marketing, ha demostrado saber gestionar un país que iba irremediablemente proa al marisco, ha enderezado el rumbo y los datos económicos son inapelables8 menos paro, saneamiento de las cuentas públicas, bajada de la prima de riesgo-llego a estar en 500 puntos-buenas perspectivas de crecimiento para la economía etc., los otros tres n han gestionado nada de eso, y aunque el más impresentable sea el comunista Iglesia, a Rivera y Sánchez no les confiaría ni mi dinero para poner una primitiva en el estanco de la esquina, con eso te digo todo.
ResponderEliminarLo único que espero es que el electorado no vuelva a votar con los intestinos, tal y como ocurrió en 2004 tras los sucesos de Madrid, algo de lo que espero que alguna vez se sepa la verdad, especialmente la intervención del PSOE en aquella trama, “Los experimentos con gaseosa” como dijo Eugenio D órs, ya vimos lo que fue votar a alguien que no había gestionado ni su sueldo como el putrefacto Zapatero( por cierto, no ha debido quedar satisfecho con traicionar a su país durante su presidencia y continúa haciéndolo tras su marcha; el capítulo de Cuba es una muestra más de su indecencia moral sin límites)