A las cuatro menos diez del 11 de marzo el CNI entrega al Gobierno y al Psoe el informe que descarta el islamismo como autor del atentado.
Dice
De Pablos en la página 267 de su libro que:
"Minutos después de que el CNI
entregase su informe al gobierno popular y al candidato socialista, la Policía
Científica practicó la inspección ocular de la Renault Kangoo, en la que
aparecieron los famosos restos de dinamita envueltos en papel parafinado, los
siete detonadores y una casete con grafías árabes que contenía la tercera sura
del Corán.
Pero hasta las seis media de la
tarde la Policía no informó a ningún miembro del Gobierno ni del hallazgo de la
Kangoo, ni de su contenido. Esa información no se le proporcionó al ministro
Ángel Acebes hasta la reunión que éste mantuvo con los principales mandos
policiales a esa hora de la tarde. Fue Díaz Pintado el encargado de informar
Gobierno del hallazgo. Los detonadores y el explosivo de la Kangoo (en aquel
momento aún no se había analizado ) no suponían ningún indicio sobre la autoría
de los hechos, pero la cinta coránica sí. Era la primera pista concreta de que
el atentado podía haber sido cometido por árabes, el primer elemento que podía
permitir dudar de la autoría etarra de la que, hasta entonces, nadie había
dudado. Pero los mandos policiales se encargaron de quitar relevancia al
hallazgo de la cinta ante el ministro: para la policía y para los servicios secretos, el hallazgo de la cinta no era relevante.
Lo que los mandos policiales (la Comisaría General de Información ya había
traducido el contenido de la cinta ) dijeron al ministro durante aquella reunión
es que la casete no contenía ninguna reivindicación, que era una cinta que
cualquiera puede comprar en los alrededores de la mezquita de la M-3D, y que tenía
toda la pinta de ser una prueba trampa.
Así lo reconoció el entonces director del CNI, Jorge DezcalIar,
durante su comparecencia ante la Comisión de Investigación sobre los atentados
del 11-M en el Congreso de los Diputados.
Aún así, y pese a que los mandos
policiales y los servicios secretos del CNI aseguraban a Acebes que la cinta
carecía de trascendencia para la investigación y que el principal sospechoso
era, según todos los expertos, la banda asesina ETA, el ministro tomó dos
decisiones: la primera, ordenar a los mandos policiales que, por si acaso, abrieran
una segunda vía de investigación para averiguar si podíamos estar ante un atentado
islamista, y la segunda, convocar una rueda de prensa para informar a la
opinión pública de la aparición de la cinta coránica. Mientras, el presidente
Aznar llamaba por teléfono al candidato socialista Zapatero y le informaba de
la aparición de la cinta coránica y de la apertura de la nueva línea de investigación.
De nuevo, la transparencia del
Gobierno fue intachable. Por la mañana, todos los altos mandos de la policía,
incluso el CNI, habían asegurado al ministro Acebes que todos los indicios
apuntaban a que el autor del atentado era ETA. Y Acebes, en su comparecencia de
la mañana, se limitó a transmitir a la opinión pública lo que le habían dicho los
investigadores y los servicios secretos: que la autora era ETA. Por la tarde,
cuando aparece el primer indicio de autoría islámica en forma de cinta coránica,
Acebes se apresura, no solo a abrir una segunda línea de investigación, sino
a convocar una rueda de prensa para informar a la opinión pública con la mayor
celeridad posible del descubrimiento.
Mientras tanto, a las siete en
punto de la tarde, en el laboratorio químico de la Comisaría General de la
Policía Científica, el perito Manuel Escribano terminaba de analizar el
explosivo de la Renault Kangoo y firmaba su informe pericial, en el que
establecía que el explosivo de la furgoneta era Goma 2 ECO contaminada por
metenamina. Se lo comunicó a sus jefes y se dispuso a tramitar el informe. Dada
la importancia de los hechos y la urgencia de la investigación, es evidente que
cuanto antes se diera curso a ese informe, mejor. Pero las Órdenes del entonces
comisario general, Carlos Corrales, fueron otras : -No, Escribano. No le des
trámite todavía al informe. Guárdatelo y cuando yo te diga lo sacas. Pero
de momento no lo saques -, dice Escribano que le dijo Corrales. Escribano se
quedó de piedra y pensó que había gato encerrado. Era la primera vez en su vida
que le ordenaban retener un informe. Y creo que no es necesario explicar hasta
qué punto retener un informe de estas características puede perjudicar la investigación
de un hecho delictivo.
Estos hechos, así como la orden recibida por parte de Carlos Corrales,
fueron relatados por el propio Escribano cuando declaró como testigo en el
juicio del bórico.
Pero Escribano, que es policía,
obedeció a su superior y retuvo el informe. A las ocho y veinte de la tarde,
mientras Escribano esperaba en su puesto de trabajo a que le dejasen dar
trámite a su informe, se produjo la rueda de prensa en la que Acebes informó de
la aparición de la cinta coránica. Éstas fueron las palabras del ministro del
Interior: “El comportamiento y el seguimiento de los comportamientos de ETA en
los últimos meses hace que ETA sea la principal línea de investigación de los
atentados. Se trataba de doce mochilas, diez con entre ocho y diez kilos de
explosivos y las otras dos con entre once y doce. Estaríamos hablando de una
cantidad que supera los cien kilos de explosivos, que son , por otra parte, de
un componente de dinamita que es de los habituales de ETA, como ya conocen.
Esta mañana me comprometí a dar todo tipo de información que pudiera darse a
conocer."
Tras esta introducción, agradeció de nuevo la colaboración ciudadana,
y pasó a hablar de la cinta coránica: “Se ha localizado en Alcalá de Henares
una furgoneta sustraída en Madrid el pasado 28 de febrero. En el asiento delantero
se han localizado siete detonadores y, entre otras cintas, una en árabe que
contiene versículos del Corán dedicados a la enseñanza. Esto ha hecho que acabe
de dar instrucciones a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para que
no descarten ninguna línea de investigación. Insisto: la prioritaria es la de
ETA, pero acabo de dar instrucciones para que no se descarte ninguna y se abran
todo tipo de líneas de investigación."
Repito. Mayor transparencia
imposible. Los españoles conocían, en ese momento, lo mismo que el Gobierno. Los antecedentes, el modus operandi y el tipo de explosivo hacían pensar en ETA como
principal sospechosa, pero la aparición de la cinta coránica abría la
posibilidad de una autoría de origen yihadista. Ésa era la información que el
CNI y los mandos policiales habían transmitido al Gobierno y ésa es,
exactamente, la información que el Gobierno había transmitido al líder de la
oposición, a los medios de comunicación, a toda la opinión pública española.
Tan solo faltó en el discurso de Acebes un dato relevante de la investigación: que
el explosivo de la Kangoo era Goma 2 ECO. Pero al perito que lo había analizado
le había prohibido su comisario tramitar el informe, de modo que el ministro
del Interior no sabía nada del resultado de ese análisis.
Minutos después de que el ministro
diese por concluida su rueda de prensa, en el Laboratorio de la policía
Científica el comisario Corrales se dirigió a Escribano: “Ahora ya puedes sacar
el informe. Ya no hay problema.” Escribano declaró que enseguida sospechó de
la actuación de su comisario. Según Escribano, su superior, al ordenarle
que no diese trámite al informe, había evitado que Acebes pudiese conocer el
resultado de los análisis de la Kangoo antes de su rueda de prensa. La sutil
maniobra del comisario, de la que fue testigo el perito, era la jugada
perfecta para que la Cadena SER y el Partido Socialista pudieran acusar a
Acebes de mentir y ocultar a la sociedad el resultado de los análisis de la
Kangoo. Lo que nadie sabía es que si Acebes no había mencionado ese dato fue,
simplemente, porque no lo conocía: según la versión de Manuel Escribano, un
comisario desleal habría evitado que ese dato llegase a tiempo a manos del ministro."
El éxito electoral de los terroristas estaba más cerca.
Desde aquel momento, Escribano
empezó a desconfiar de la manera en la que sus superiores gestionaban la
investigación. Era evidente que sus jefes no jugaban limpio."
Y siguiendo a De Pablo, que cada cual extraiga las conclusiones que considere.