1 dic 2015

Madrid 2004 - París 2015 (y III)

Hoy subo un tercer y último documento de los muchos que recoge José María de Pablo en su libro "La Cuarta Trama". 

Los tres ofrecen datos suficientes para que cualquiera con un mínimo de sentido común pueda hacer un juicio de valor, sin olvidar que la principal acusación contra Gobierno de Aznar fue la de mentir a los españoles. 

Los acontecimientos relatados en las dos entradas anteriores tienen lugar el mismo día de los atentados. El de esta transcurre entre la noche del 11 al 12 de marzo. 

Dice De Pablo en la página 272:  

La mentira de los suicidas 

La noche del 11 al 12 de marzo significó el comienzo de una lamentable campaña de acoso y derribo contra el gobierno popular, una campaña sin escrúpulos, repleta de mentiras y vulneraciones de la Ley Electoral, cuyo fin era asegurar el éxito de los terroristas en su gran objetivo: el vuelco electoral. Y en esa campaña de acoso y derribo la Cadena SER jugó un papel fundamental. 

La campaña de intoxicación lanzada desde los micrófonos de la Cadena SER comienza a las diez de la noche del 11 de marzo, hora en la que la cadena de PRISA abre su informativo con una noticia manifiestamente falsa: en uno de los trenes habría aparecido el cadáver de un terrorista suicida. El cadáver, según la SER, presentaba los mismos rasgos que los cadáveres de los islamistas que se inmolan en Oriente Próximo. 

Las palabras que leyó la periodista Ana Terradillos en el informativo de Iñaki Gabilondo fueron estas: 

"Las fuentes consultadas por la SER confirman que una persona llevaba tres capas de ropa interior y estaba muy afeitada. Una práctica muy habitual entre los comandos suicidas islámicos antes de inmolarse." 

Durante el juicio del 11-M quedó acreditado que la noticia difundida por la emisora de Iñaki Gabilondo era completamente falsa. En ningún momento de la investigación apareció ni el más mínimo indicio de que nadie se hubiera suicidado en los trenes. Carmen Baladía Olmedo fue la médico forense que dirigió las autopsias que a lo largo de todo el día 11 se realizaron a los fallecidos en el pabellón 6 de IFEMA, y en el juicio se le preguntó concretamente por este extremo. Afirmó de manera rotunda que no es que no hubiera terroristas suicidas en los trenes, es que no hubo nunca ni siquiera el más mínimo indicio de que los hubiera. 

La noticia de la Cadena SER era rotundamente falsa y los detalles con los que la emisora adornaba la mentira (datos como las tres capas de ropa interior o la piel afeitada del supuesto suicida) para dotarla de mayor credibilidad demuestran la mala fe de aquella intoxicación. A la misma hora que la Cadena SER difundía a los cuatro vientos la mentira de los terroristas suicidas, el candidato socialista Zapatero estaba llamando por teléfono a los directores de los principales medios de comunicación, tratando de convencerles de que «su gente en la policía» le había confirmado la existencia de los suicidas. El director del diario El Mundo, Pedro J. Ramírez, desveló años después en las páginas de su periódico que él también recibió la llamada de Zapatero, y que el candidato socialista le aseguró que entre los muertos habían aparecido dos suicidas y trató de convencerle para que lo publicase. Así que no sabemos si la fuente de Gabilondo era Zapatero, si la fuente de Zapatero era Gabilondo, o si la difusión de la noticia falsa la idearon entre ambos y se repartieron los papeles (en plan «yo voy dando la noticia en mi informativo y tú llama a los directores de los periódicos a ver si alguno pica, lo publica, y le damos más credibilidad a esto»). Ninguno de los dos , ni Gabilondo ni Zapatero, ha explicado aún cómo surgió esa noticia falsa y a quién de los dos se le ocurrió la idea de difundirla. Tampoco ha pedido perdón ninguno de los dos. Pero lo cierto es que la jugada fue inteligente y la mentira de los suicidas proporcionó grandes réditos a los socialistas en las elecciones del día 14. 

Por cierto, la noticia falsa de los suicidas la difundieron entre la SER y Zapatero muy pocas horas después de que el CNI elaborase su informe en el que señalaba que era precisamente la ausencia de terroristas suicidas el principal hecho que llevaba a los servicios de inteligencia a descartar la autoría islamista en el ll-M. Y ese informe lo tenía Zapatero. 

El Partido Socialista - y su longa manus la SER- siempre ha demostrado gran habilidad para este tipo de jugadas, y vio claramente que la manera de convencer a la opinión pública antes de las elecciones de que el atentado era islamista era convencer a todo el mundo de que se habían inmolado terroristas suicidas. 

A las doce de la noche Edudardo Zaplana desmentía la presencia de suicidas, pero la Ser no se bajaba del burro: era clave difundir la mentira a los cuatro vientos. García Ferreras en “El Larguero” de esa noche arranco diciendo que: “La Cadena Ser ha podido confirmar que al menos uno o dos de los posibles terroristas suicidas están entre los muertos. Es una información que ni el Ministro ni el Ministerio de Interior han querido confirmar. Es una información muy seria de la lucha antiterrorista”.  

Remataba Pedro de Hoyos el artículo citado en la primera entrega señalando que "Por cierto, ni durante ni después de la tragedia ningún francés tuvo nunca la tentación de acosar las sedes de ningún partido, estuviese en el poder o en la oposición; antes al contrario, nos dieron a todo el mundo un ejemplo de responsabilidad y saber hacer. Como en España cuando lo de Atocha"

De Pablo rara vez da su opinión en todo el libro. Se limita a exponer hechos que han sido declarados ante el juez o ante la Policía y a señalar con una profusión de citas inmensa, ante qué autoridad se realizaron dichas manifestaciones. 

Y cómo repite en numerosas ocasiones, "¡que cada cual concluya lo que le parezca!" . 


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