Publicado en el diario The Economist. Traducción libre marca de la casa.
La paralización (en español en el original)
España puede estar dirigiéndose hacia las terceras elecciones en un
año.
Los testarudos socialistas bloquean la formación
de un gobierno de centro derecha dirigido por Mariano Rajoy.
05.09.16
El pasado junio, tras las segundas elecciones celebradas en España en
seis meses sin obtenerse resultados concluyentes, la percepción general se
centraba en que Mariano Rajoy, el primer ministro, se dirigiría rápida y
tranquilamente hacia la formación de un nuevo gobierno. Aunque su conservador PP
no había conseguido revalidar la mayoría absoluta que había perdido en
diciembre, se mantuvo con mucha facilidad como el partido más votado, habiendo
obtenido 137 escaños de los 350 que conforman la Cámara Baja, siendo el
único que además logró aumentar su cosecha de votos.
Las vacaciones de verano llegaron y se fueron pero la parálisis del
sistema político español no parece cerca de un final. Y es este un aspecto
que frustra el crecimiento y causa preocupación.
En dos intentos de investidura, el 30 de agosto y el 2 de septiembre, el
señor Rajoy aceptó unos tentadores 170 votos a favor para intentar asegurar un
mandato, pero se revelaron insuficientes frente a 180 en contra. Estas
votaciones pusieron en marcha el reloj de las terceras elecciones, hasta ese
momento vistas como impensables. Si nadie consigue amarrar una mayoría antes
del final de octubre, el Parlamento será disuelto y los españoles deberán
afrontar unas Navidades electorales.
De esto, la mayoría de los comentaristas culpan directamente a Pedro
Sánchez, el líder de la oposición socialista. Sus 85 diputados controlan el
balance de poder, pero se niega a permitir que algunos de los suyos se
abstengan para conceder al señor Rajoy el mandato obtenido en las urnas.
Acusa al señor Rajoy y al PP de traicionar la confianza de los
españoles y de cargar al país con políticas de austeridad y con corrupción.
Sin embargo, lo que ocurre en el caso del señor Rajoy es que entre
2011 y 2015 adoptó las duras medidas que resultaban necesarias para devolver a
la economía española a la senda de un crecimiento vigoroso. Año tras año ha ido
aumentando su PIB hasta el 3.1% en el segundo cuatrimestre;
el crecimiento de toda la UE en conjunto es sólo del 1.8 %. El mes pasado el
señor Rajoy suscribió un acuerdo con Ciudadanos -un nuevo partido liberal- que
incluía varias medidas dirigidas a atacar la corrupción, a la reforma judicial y
a reestablecer partidas destinadas al gasto social.
¿Y ahora qué? El PP ni ha considerado aquellas sugerencias que
invitaban al señor Rajoy a dar un paso atrás en favor de otro de los líderes
del partido. La presión -desde los estamentos políticos, desde los poderes
económicos y desde la prensa- se mantendrá firmemente sobre Pedro Sánchez para
que acepte y ceda. Ha manifestado que intentará la formación de un
gobierno junto a Podemos, un nuevo partido de extrema izquierda. Pero ya
lo intentó después de las elecciones de diciembre y fracasó y encima ahora, los
números no suman suficiente.
Los líderes de los partidos están todavía intentando adaptarse al
nuevo panorama político en el que el bipartidismo ha dado paso a un Parlamento
fragmentado, mientras los nacionalistas catalanes y vascos están más centrados
en la independencia que en pactos con Madrid. Los socialistas están divididos.
Numerosos líderes regionales del partido apoyan la abstención; otros prefieren
continuar en la oposición. Los cálculos del señor Sánchez parecen asentarse en
la idea de que unas terceras elecciones les haría ganar apoyo ciudadano a expensas
de Podemos, el cual puede haber alcanzado su techo electoral. Además, varios
juicios por corrupción que afectan a antiguos dirigentes del PP tienen prevista
su celebración en este otoño, lo cual puede afectar al señor Rajoy.
Es esta una deriva muy arriesgada para los socialistas. El señor
Sánchez no puede ofrecer a los votantes argumento alguno contra las acusaciones
del señor Rajoy que señala que su bloqueo a la formación del gobierno implica
"una elevadísima factura que tendrán que pagar todos los españoles".
España ya se ha automarginado de las discusiones en la UE respecto de los
efectos post-Brexit. Ausente el gobierno, España se verá pronto incapaz de
aprobar los presupuestos para 2017 o de cumplir con los compromisos de déficit
fiscal fijados por la UE que obligan a reducirlo desde el 5.1% del PIB hasta el
3.1% en 2017.
Algunos socialistas están rumiando por lo bajo la posibilidad de
forzar al señor Sánchez a cambiar de posición o a abandonar la secretaría
general. Y para ello cuentan con la más que creciente estridencia que destilan
las últimas editoriales del diario El País, un periódico que generalmente ha
constituido el principal apoyo mediático del partido en todo el territorio
nacional. La presión aumentará mucho más si los socialistas obtienen malos
resultados en las elecciones regionales en el País Vasco y en Galicia el
próximo 25 de septiembre. Tal vez, eso les lleve a permitir al señor Rajoy
formar un gobierno antes del límite de plazo fijado a final de octubre. Pero la
posibilidad de unas terceras elecciones crece día a día.
Comentario de un lector del diario británico al artículo:
Siendo
el segundo partido más votado, los socialistas tienen la responsabilidad de
proponer una alternativa válida frente al PP o permitirles gobernar. Bloqueando
al PP y no liderando plan alternativo alguno, están conduciendo al país a las
terceras elecciones. Lo mismo puede decirse de los restantes partidos pequeños.
El señor Rajoy indudablemente dirige un partido con numerosos episodios de
corrupción, pero en este momento el país necesita un gobierno. Que a pesar de
ello el PP sea el partido más votado, indica desafortunadamente, dónde está la
preferencia de la mayoría de los votantes y la debilidad de las otras opciones
políticas a día de hoy en España.
¡No hay más preguntas señoría!
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