La cercanía en el tiempo de este secuestro con el de los tripulantes del Alacrana, no presagia nada bueno.
Con independencia de que todos quisiésemos que los marineros vascos y gallegos volvieran sanos y salvos a casa, reconozco que como español y una vez resuelto felizmente el secuestro, me invadió una sensación de vergüenza y humillación al comprobar la indolente, pusilánime y cobarde actitud con la que se ha conducido el Gobierno socialista en este asunto de los piratas y la ignominia que ha hecho recaer sobre nuestra Armada.
En mi opinión, la imagen que este Gobierno de ZP ha transmitido al mundo es la de una España amedrentada militarmente por una panda de desarrapados y facinerosos, la de unos servicios de inteligencia timados por un puñado de drogadictos y malhechores, la de un Gobierno ninguneado por un grupo de “mataos”, en definitiva, la imagen de una España embaucada por delincuentes comunes, que no tardaron un minuto es “pulirse” el botín en drogas, prostitutas y alcohol.
Ya digo, el objetivo principal era traer a nuestros compatriotas de vuelta a casa, y se consiguió, pero ahora hay cuestiones que deben aclararse y que demandan amplia explicación.
¿Quién autorizó al buque vasco a adentrase fuera de los límites de perímetro de seguridad? ¿Bajo qué pabellón navegaba el Alacrana?
Desde mi punto de vista estas dos cuestiones requieren ser esclarecidas.
Como contribuyente, es decir, como uno de los que ha colaborado económicamente al despliegue de fragatas de la Armada, de aviones Orión, de personal del servicio de inteligencia, de personal de embajadas y consulados con el objeto de obtener la liberación de los pescadores, me gustaría que se depurasen responsabilidades.
Primero ¿quién dio al Alacrana la orden de abandonar el perímetro de seguridad establecido por la fragata Canarias? Resulta fundamental conocer los motivos porque claro, si estamos diciendo que, por ejemplo, “Los excursionistas y buscadores de setas que soliciten ser rescatados cuando estén en el bosque o en la montaña deberán pagar a partir de hoy sus rescates a la Generalidad en caso de que se determine que han actuado con negligencia” (fuente: El Mundo 1.10.09), no se entiende que después del dineral que nos está costando el despliegue de unidades militares en el Índico, después de que se haya informado de la peligrosidad y del riesgo de salir del perímetro fijado, alguien se pase por el arco las instrucciones de seguridad dadas, para que luego tengamos que sacarlos del atolladero en el que imprudentemente y a sabiendas se han metido. Porque vale, España no pagó rescate alguno –aunque no nos lo creamos- pero España sí que ha abonado el coste del operativo militar, por lo que si ha habido negligencia, alguien debe ser el responsable y ese alguien debe asumir el coste de la temeridad de sus actos.
Segundo ¿navegaba o no el Alacrana bajo pabellón español? Es otro dato que estimo debe aclararse. Resultaría insultante que el Alacrana hubiese arriado la bandera española de su popa nada más salir de puerto, para izar a continuación la bandera de la comunidad autónoma de Vascongadas, porque sólo los buques que naveguen bajo pabellón español pueden ser defendidos por nuestro país. No tengo certeza de este extremo, pero hay unas declaraciones de uno de los marineros vascos, Gaizka Iturbe que respecto de los militares de la Canarias afirmó que “A pesar de ser militares, tienen un corazón de oro”, manifestaciones que suenan mucho a rancio nacionalismo vasco, que se ofende y se siente insultado porque militares españoles coloquen una bandera española en el monte Gorbea, pero a la vez solicita la intervención de nuestras Fuerzas Armadas cuando pintan bastos para “los vascos y las vascas” en el extranjero. Si el buque vasco navegaba con la ikurriña o sin bandera alguna, nos encontraríamos ante un barco pirata, que fue atacado por otros piratas. Ahora mismo tenemos un petrolero español que ha sido saqueado por militares de Guinea Bissau y no podemos hacer nada porque nuestro buque navega bajo bandera panameña, una de las conocidas banderas de conveniencia.
Por otro lado, la falta de una contundente y expeditiva respuesta militar a los piratas que huían con el botín, convierte a los españoles en un blanco más que apetecible para cualquier facineroso que cuente con un mínimo de organización. Lo que dictaba el sentido común era dar el alto a los piratas en fuga y de negarse, pues hacer lo mismo que han hecho los franceses o americanos, pero claro, con una Ministra de Defensa que públicamente se declara pacifista, con un Presidente del Parlamento –la primera institución del país- que afirma que prefiere que le maten a matar o con un Presidente del Gobierno que obliga a nuestros militares a seguir unas reglas de enfrentamiento más propias de la OJE o de los Boy Scouts que de unas Fuerzas Armadas, pues es lógico que entre los piratas la consigna fuera “si no les disparamos, ellos no lo harán” y a partir de ahí ¡lo que te rondaré morena! No me creo que los militares que desde el helicóptero encañonaban la zodiac con la que los piratas ponían pies en polvorosa, erraran sus disparos, más bien pienso que el Gobierno de ZP les prohibió hacer fuego, no fuera a ser que (léase con ironía) alguien pudiese resultar herido, poniendo en riesgo todo lo que hemos avanzado en el desarrollo de la Alianza de Civilizaciones, tan importante para nuestro país.
Me temo que la mayoría de los españoles habríamos visto con magníficos ojos, que nuestra Marina de Guerra hubiese dado buena cuenta de estos piratas a la fuga. O detenidos y presos o eliminados.
Las declaraciones de la Ministra de Defensa tras enterarse que los piratas habían desembarcado a tres marineros del Alacrana a tierra, “sabemos donde están y sabemos que se encuentran bien” dijo, para más tarde conocer que nunca fue desembarcado marinero alguno, transmite a la ciudadanía la sensación de que los que rigen los destinos de España actualmente, constituyen una pandilla de aficionados de pésimo nivel, con escasa preparación para gestionar con mínimas garantías la “res publica” y que, a todas luces, se muestran incapaces para adoptar sin ambages aquellas decisiones de gobierno que resultan difíciles y complicadas y cuyas consecuencias y coste político, electoral o social, sin embargo, no queda más remedio que asumir si uno no quiere quedar internacionalmente a la altura del betún, como nos está ocurriendo.
Y ahora los tres catalanes. De la lectura de la prensa me quedo con la impresión de que existe verdadero pavor a que sea AlQaeda la que esté detrás de este secuestro, porque parece –según el Gobierno- que éstos no querrían dinero, complicando sobremanera la resolución de este nuevo problema, pero salvo que estos secuestradores naden en la abundancia económica, ¿cree alguien que renunciarán a exigir un rescate dinerario cuando han visto como un puñado de piratas ponen contra las cuerdas a un Gobierno, le levantan dos o cuatro millones de euros, que luego le lanzan desde un avión, para después ser perseguidos por un helicóptero que les dispara, pero de broma?
Con independencia de que todos quisiésemos que los marineros vascos y gallegos volvieran sanos y salvos a casa, reconozco que como español y una vez resuelto felizmente el secuestro, me invadió una sensación de vergüenza y humillación al comprobar la indolente, pusilánime y cobarde actitud con la que se ha conducido el Gobierno socialista en este asunto de los piratas y la ignominia que ha hecho recaer sobre nuestra Armada.
En mi opinión, la imagen que este Gobierno de ZP ha transmitido al mundo es la de una España amedrentada militarmente por una panda de desarrapados y facinerosos, la de unos servicios de inteligencia timados por un puñado de drogadictos y malhechores, la de un Gobierno ninguneado por un grupo de “mataos”, en definitiva, la imagen de una España embaucada por delincuentes comunes, que no tardaron un minuto es “pulirse” el botín en drogas, prostitutas y alcohol.
Ya digo, el objetivo principal era traer a nuestros compatriotas de vuelta a casa, y se consiguió, pero ahora hay cuestiones que deben aclararse y que demandan amplia explicación.
¿Quién autorizó al buque vasco a adentrase fuera de los límites de perímetro de seguridad? ¿Bajo qué pabellón navegaba el Alacrana?
Desde mi punto de vista estas dos cuestiones requieren ser esclarecidas.
Como contribuyente, es decir, como uno de los que ha colaborado económicamente al despliegue de fragatas de la Armada, de aviones Orión, de personal del servicio de inteligencia, de personal de embajadas y consulados con el objeto de obtener la liberación de los pescadores, me gustaría que se depurasen responsabilidades.
Primero ¿quién dio al Alacrana la orden de abandonar el perímetro de seguridad establecido por la fragata Canarias? Resulta fundamental conocer los motivos porque claro, si estamos diciendo que, por ejemplo, “Los excursionistas y buscadores de setas que soliciten ser rescatados cuando estén en el bosque o en la montaña deberán pagar a partir de hoy sus rescates a la Generalidad en caso de que se determine que han actuado con negligencia” (fuente: El Mundo 1.10.09), no se entiende que después del dineral que nos está costando el despliegue de unidades militares en el Índico, después de que se haya informado de la peligrosidad y del riesgo de salir del perímetro fijado, alguien se pase por el arco las instrucciones de seguridad dadas, para que luego tengamos que sacarlos del atolladero en el que imprudentemente y a sabiendas se han metido. Porque vale, España no pagó rescate alguno –aunque no nos lo creamos- pero España sí que ha abonado el coste del operativo militar, por lo que si ha habido negligencia, alguien debe ser el responsable y ese alguien debe asumir el coste de la temeridad de sus actos.
Segundo ¿navegaba o no el Alacrana bajo pabellón español? Es otro dato que estimo debe aclararse. Resultaría insultante que el Alacrana hubiese arriado la bandera española de su popa nada más salir de puerto, para izar a continuación la bandera de la comunidad autónoma de Vascongadas, porque sólo los buques que naveguen bajo pabellón español pueden ser defendidos por nuestro país. No tengo certeza de este extremo, pero hay unas declaraciones de uno de los marineros vascos, Gaizka Iturbe que respecto de los militares de la Canarias afirmó que “A pesar de ser militares, tienen un corazón de oro”, manifestaciones que suenan mucho a rancio nacionalismo vasco, que se ofende y se siente insultado porque militares españoles coloquen una bandera española en el monte Gorbea, pero a la vez solicita la intervención de nuestras Fuerzas Armadas cuando pintan bastos para “los vascos y las vascas” en el extranjero. Si el buque vasco navegaba con la ikurriña o sin bandera alguna, nos encontraríamos ante un barco pirata, que fue atacado por otros piratas. Ahora mismo tenemos un petrolero español que ha sido saqueado por militares de Guinea Bissau y no podemos hacer nada porque nuestro buque navega bajo bandera panameña, una de las conocidas banderas de conveniencia.
Por otro lado, la falta de una contundente y expeditiva respuesta militar a los piratas que huían con el botín, convierte a los españoles en un blanco más que apetecible para cualquier facineroso que cuente con un mínimo de organización. Lo que dictaba el sentido común era dar el alto a los piratas en fuga y de negarse, pues hacer lo mismo que han hecho los franceses o americanos, pero claro, con una Ministra de Defensa que públicamente se declara pacifista, con un Presidente del Parlamento –la primera institución del país- que afirma que prefiere que le maten a matar o con un Presidente del Gobierno que obliga a nuestros militares a seguir unas reglas de enfrentamiento más propias de la OJE o de los Boy Scouts que de unas Fuerzas Armadas, pues es lógico que entre los piratas la consigna fuera “si no les disparamos, ellos no lo harán” y a partir de ahí ¡lo que te rondaré morena! No me creo que los militares que desde el helicóptero encañonaban la zodiac con la que los piratas ponían pies en polvorosa, erraran sus disparos, más bien pienso que el Gobierno de ZP les prohibió hacer fuego, no fuera a ser que (léase con ironía) alguien pudiese resultar herido, poniendo en riesgo todo lo que hemos avanzado en el desarrollo de la Alianza de Civilizaciones, tan importante para nuestro país.
Me temo que la mayoría de los españoles habríamos visto con magníficos ojos, que nuestra Marina de Guerra hubiese dado buena cuenta de estos piratas a la fuga. O detenidos y presos o eliminados.
Las declaraciones de la Ministra de Defensa tras enterarse que los piratas habían desembarcado a tres marineros del Alacrana a tierra, “sabemos donde están y sabemos que se encuentran bien” dijo, para más tarde conocer que nunca fue desembarcado marinero alguno, transmite a la ciudadanía la sensación de que los que rigen los destinos de España actualmente, constituyen una pandilla de aficionados de pésimo nivel, con escasa preparación para gestionar con mínimas garantías la “res publica” y que, a todas luces, se muestran incapaces para adoptar sin ambages aquellas decisiones de gobierno que resultan difíciles y complicadas y cuyas consecuencias y coste político, electoral o social, sin embargo, no queda más remedio que asumir si uno no quiere quedar internacionalmente a la altura del betún, como nos está ocurriendo.
Y ahora los tres catalanes. De la lectura de la prensa me quedo con la impresión de que existe verdadero pavor a que sea AlQaeda la que esté detrás de este secuestro, porque parece –según el Gobierno- que éstos no querrían dinero, complicando sobremanera la resolución de este nuevo problema, pero salvo que estos secuestradores naden en la abundancia económica, ¿cree alguien que renunciarán a exigir un rescate dinerario cuando han visto como un puñado de piratas ponen contra las cuerdas a un Gobierno, le levantan dos o cuatro millones de euros, que luego le lanzan desde un avión, para después ser perseguidos por un helicóptero que les dispara, pero de broma?
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