Ayer domingo, a las nueve y diez ya estaba en ruta. Había estado con mi madre paseando la semana pasada por el barrio de San Roque y vi unas buenas fotos por la zona, así que me fui directo para allá. El día estaba espléndido. Esta era una de las que quería hacer, pero el sol no ayudó mucho.
Esta desde más arriba. Abajo a la derecha, se puede ver la cúpula del antiguo Hospital Militar, hoy Paraninfo de la Universidad. Al fondo, la Torre de la Audiencia y delante la de la parroquia de San Francisco de Borja. La cúpula me da que es parte de la misma.
Me puse de nuevo el casco, los guantes y empecé a subir por San Roque, barrio en el que nació y vivió mi madre sus primeros años.
Primera parada para tirar algunos disparos de esta parte del Barranco de Guiniguada. Aquí una construcción moderna, pero muy poco más hacia arriba.....
aparecía una finca con cabras y gallinas, otra de plataneras.
Seguí subiendo por el barranco
San Roque es más grande de lo que creía. Al final llega hasta justo por detrás de mi casa.
Tampoco tenía idea de tantas plataneras a cinco minutos en coche del mismo centro de la ciudad
La circunvalación por la zona que lleva al Lomo Blanco, vista desde San Roque
Mi madre me comentó que esto era un molino que había por la zona, pero juraría que de molino sólo queda la piedra de moler que aparece en la entrada como elemento decorativo. Parecía más bien una vivienda privada.
Después de perderme un par de veces, terminé saliendo por El Batán y si darme cuenta me vi conduciendo en dirección Sur por la pista. Entré por El Calero en Telde y luego, no sé cómo terminé por el barrio de El Caracol, de allí a Ingenio y de allí hasta Agüimes. La verdad es que esta ruta es perfecta para ir ligerito con la moto, el firme está muy bien y presenta curvas y rectas muy golosas, aún así, creo que es la vez que más despacio he ido. Precisamente salía de una curva cuando vi esta imagen. Ya la había visto en otras ocasiones, pero esta vez, en cuanto pude dí la vuelta, aparqué la moto y busqué un sitio para tirar esta foto. El tiempo estaba magnífico. Ni una nube.
Ya en Agüimes pude descansar un poco de tanta moto. La dejé a la sombra y me fui, cámara en ristre, en dirección a la parte vieja del pueblo. Debía de celebrarse algo porque aparte de las serpentinas decorando las calles, había puestos en la plaza frente a la iglesia y mercadillos de hippies ocupaban calles adyacentes.
Los bares empezaban a abrir y en general, no se veía mucha gente por la calle.
Una de las cúpulas de la iglesia de la Villa de Agüimes.
El hotel rural Los Camellos
Turistas dirigiéndose al hotel. Me da que eran alemanes y venía pertrechados con sendos bastones de los que se usan para senderismo.
La última foto que tiré. El cruce de Arinaga está a unos dos mil metros a mi espalda. No había casi viento. La última vez que estuve por aquí con la moto buscando la casa de un elemento con el que había quedado para ver un aparato, era imposible meter tercera. Cuando lo hacías, la potencia del viento era tal y frenaba tanto la moto que la marcha era demasiado larga y te pedía bajases a segunda. Si la aceleraba más, mi cuello era el que no podía soportarlo, sólo podía controlarla aguantándola en segunda y así estuve hasta que fui dejando atrás Arinaga y a su viento, pero ayer no fue el caso.
Serían las doce menos algo cuando decidí regresar, aunque estaba pensando acercarme hasta la playa de El Burrero para echar un vistazo, pero de pronto, me encontré una señal de tráfico que ponía "Playa de Vargas" y hasta allí me llegué. Ni me bajé. Hacía bastante viento y la primera impresión no ayudó mucho, total que di media vuelta, agarré la autopista a la altura del Aeropuerto y a las doce y media estaba en casa de regreso.
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