Casi a finales del mes pasado decidí pasar de viernes a domingo en la
casa que tenemos en Valsequillo.
Semanas antes había lijado y pintado las barandillas que flanquean los
dos lados de la escalera y la que protege el balcón que dan acceso a la
vivienda, pero
quedaron pendientes los tres pilares de madera que ayudan a descargar
el peso del techo. Además la puerta del garaje, también de madera, necesitaba
masilla por algunos lados y pintura.
Finalmente, el mismo garaje estaba pidiendo a gritos una reordenación
de herramientas, de sacos de cemento, de turba, de carbón para asaderos y de
miles de cosas que habíamos ido dejando aquí y allá desde hacía meses. A todo
esto debía incluirse el riego de los matos y las tareas de mantenimiento que
habitualmente hago con mi padre todos los sábados.
Aunque yo estaba aún de vacaciones, mi mujer había empezado el trabajo
y mi hija el colegio, por lo que nuestro coche no estaba disponible para salir
el viernes, así que un día antes, el jueves, después de meter en el de mis
padres el bajo, la Framus, el amplificador y la mochila con cables, micro,
efectos, púas, correas, afinador,……subí hasta Valsequillo y lo dejé todo
arriba.
Me levanté a las 6 de la mañana como si fuera a trabajar. Mis chicas
lo hicieron un poco más tarde, desayunaron y se fueron a las 7:30; a las 8:00
tenía puesta la chaqueta de la moto, otra mochila con ropa, varias mudas y algo
de abrigo colgada a la espalda, casco, guantes y pasadas las nueve estaba con
la lijadora atacando el primero de los pilares.
Serían las dos de la tarde cuando terminé. Todo lijado y con dos manos
de pintura.
El día estaba muy agradable. Sol radiante y sin nubes. Descansé un
poco acompañado de una cerveza fría y acto seguido me metí con el garaje. Me
dio menos lío de lo esperado porque a las dos y media ya lo tenía ordenado y
despejado para poder colocar el equipo.
Otra media hora me llevó conectar todo y dejarlo preparado para
llegar, enchufar y tocar, “plug and play”, como dicen los anglosajones.
Después de ducharme, almorcé un par de hamburguesas con algo más que
no recuerdo y tras servirme un whisky bajé al garaje. Serían las cuatro y
algo
Ya he dicho en varias ocasiones que como guitarrista y bajista, en una
escala de uno a diez, estoy en un tres, pero en mi defensa sólo puedo decir que
nunca me he preocupado por aprender nada distinto de lo que naturalmente me
sale, ni por practicar, ni por recibir clases y, bueno, ahí está el pésimo
resultado. Sin embargo, de entre las cuatro horas y pico que suelo pegarme
tocando y cantando cuando subo a Valsequillo, siempre hay períodos de uno, dos,
tres, cinco, siete, nueve minutos seguidos en los que me gusta lo que suena y
me encanta cómo suena y esos escasos momentos me procuran una felicidad tal,
que justifican hasta el último céntimo que he gastado en equipo.
En esta ocasión, para evitar la lumbalgia que me entró la última vez
tras estar de pie todo ese tiempo con la guitarra o con el bajo colgados,
decidí hacerlo sentado desde el principio. Bajé una silla de la cocina, coloqué
la guitarra a mi derecha, el micrófono a su lado, el Ipod con las canciones y las letras en
un atril y los efectos a la izquierda. Todo perfectamente accesible por primera
vez en la historia y además sentado.
Bueno y en esas estaba, cantando con el micro en la mano y un par de
whiskys encima, cuando arrancó el karaoke de “Chiquitita” que, aunque no es de
mis temas preferidos del grupo sueco Abba, empecé a cantarlo. Gracias a la
unidad de efectos mi voz sonaba cañón. Este aparato hace que mi voz pueda
duplicarse y hasta triplicarse, creando el efecto de un coro y dándole a la
canción un sonido muy elegante y compacto. “Chiquitita” sonaba limpia y redonda
con mi voz y mi coro apoyándome y fue tanto que no pude acabarla. Sería el
whisky o……que me hago viejo o….a lo mejor,…..no sé……..el whisky, pero….. me
enyurgué. Intenté seguir, y,……….no me salía la voz. ¡Qué emoción!
Y en aquel preciso momento en el que mi cerebro, animado por la
ingesta y por la agitación provocada por la inacabada versión de “Chiquitita”,
liberaba endorfinas a borbotones sumiéndome en un completo éxtasis de
felicidad, vino a mi mente de golpe la imagen del responsable del estado de
completo nirvana que había experimentado durante aquellos minutos………mi “Special
Musical Advisor”
Seguí con más temas. El “Wild Horses” de los Rolling Stones a dos
voces……volvió a romperme. Con más o menos éxito cayeron los habituales “Time” y
“Wish you were here” de Pink Floyd.
“Your Song” de Elthon John, “Bohemian Rhapsody” y “Fat Bottomed Girls”
de Queen, “El Rey” de Vicente Fernández y más temas de Abba, Loquillo, Lou
Reed, Elvis, Sinatra, el “Psycho killer” de los Talking Heads………...,"un amigo me hizo una
demostración con una unidad de efectos para cantar de la casa TC Electronic y me acordé de
ti" -me dijo hace tiempo- "te
lo ibas a pasar pipa con ella”. Meses más tarde conseguí hacerme con una de
segunda mano que le compré a un Guardia Civil que vivía en el Cruce de Arinaga. El aparato no es de este mundo; es el que estaba usando a tres voces cuando ocurrió lo de las
endorfinas y el “Chiquitita” interruptus.
Me cansé del micrófono y saqué el bajo de su estuche. ¡Horror! La pila
de 9 voltios que tengo disponible no cabe dentro de la carcasa prevista para
ella. El bajo, al ser activo necesita una pila para funcionar. La de repuesto
que traigo siempre, no vino esta vez, así que volví a guardarlo y cogí la
guitarra.
¡¡¡Qué placer!!! Estuve con ella durante varias horas parando de vez
en cuando a descansar. Unas veces soleando y otras cogiendo el micro para
cantar “Oh Darling” y “Glass Onion” de The Beatles, “Cadillac solitario” de
Loquillo, “Don’t forget about me” de Simple Minds……….hasta que un dolor
insistente en las yemas de los dedos me hizo parar. Eran las ocho y media
cuando miré el reloj.
Creo que empezó a asesorarme allá por la mitad de los noventa y sin su valiosa
ayuda jamás, repito, jamás habría logrado hacerme con un equipazo como el que
tengo. Yo sólo no habría tenido los arrestos necesarios para pagar el precio de
ninguno de ellos si no hubiese contado con su apoyo desinteresado. Todo es de
segunda mano, pero de calidad profesional. Algunos hechos a mano. Y ha sido
eso, la suerte de haber podido contar con su consejo, lo que me ha conseguido
unos instrumentos musicales excepcionales, que aún en las manos de un imperito
ejecutante como yo, son capaces de ofrecer momentos de felicidad incalculable.
Por poner un símil, una de mis guitarras es como un Rolls y el hecho de que uno
no sea un experto conductor capaz de sacarle partido al motor V12 de 412
caballos de los modelos de la marca inglesa, no le impide apreciar la lujosa y
exquisita calidad del vehículo que tiene entre las manos, aunque nunca lo
conduzca a más de 90 kms/hora.
Luego llegó la época de las unidades de efectos para la guitarra y
otro día, hace años también, me pasó un CD con el título de "software
musical" que incluía un programa magnífico, el "Jammer". Arrastrando
acordes a un pentagrama con el ratón, un lego como yo podía construir ¡¡una
canción!! y haciendo click en un icono arreglar los acordes elegidos dándole al
tema un sonido de jazz o de rock o de folk y encima…….¡¡¡sonaba
bien!!!………………..¡Cuántas horas de felicidad construyendo versiones de temas que
me gustaban, cortando aquí y pegando allí acordes para ver cómo sonaban!
Disfruté todo el tiempo que invertí en ello.
Es el artífice de todos esos raros dos, tres, cinco o siete minutos
seguidos de placer de los que hablaba antes, de los muy gratificantes efectos que me
generan y que nunca habría logrado arrancar de ninguna de las varias guitarras de baja
calidad que tuve antes de conocerlo. Mi agradecimiento tiende al infinito, como
los logaritmos neperianos.
Un día, el bajista de un grupo en el que él tocaba me dijo, “aquellos
que hemos descubierto la música somos un peldaño más felices que el resto”. Más
tarde me enteré que había sido mi Asesor Especial el que le había enseñado a
tocar el bajo.
¡Otro afortunado como yo!
Si de este fin de semana musical se hubiese realizado una película
yanqui, al final, en los créditos, después del “The end”, aparecería sin ningún
género de dudas la línea de reconocimiento expreso al "Special Musical
Advisor", y al lado, su nombre y que yo omito porque esto..........es internet.
No hay comentarios:
Publicar un comentario