Me quedaban unos días de vacaciones pendientes del año pasado y tenía que disfrutarlos antes del próximo lunes si no quería perderlos.
Hoy me levanté a la misma hora de siempre. Me tomé un café con leche, preparé unas naranjadas para mis chicas que ya estaban medio listas para salir, fui a tirar la basura y ya de vuelta en casa, cogí la chaqueta de la moto, casco, guantes y tiré para Valsequillo. Me había propuesto ordenar el garaje.
Serían las siete menos algo de la mañana cuando paré en mi gasolinera habitual porque la moto estaba casi en reserva. Llené el tanque. Cogí por Diego Vega Sarmiento, dejé atrás los concesionarios de Toyota y Honda, subí hasta la casa Siemens y de allí enfilé a la circunvalación pasando por delante del Centro Comercial La Ballena.
Me iba acercando a la zona del Valle de Jinámar cuando me quedé impresionado con la cantidad de gente que se dirigía a la capital a trabajar. El volúmen de tráfico a aquella hora era muy elevado.
Entré en Telde. En la rotonda de La Herradura aparecieron en mi espejo retrovisor las sirenas de dos motos de la Guardia Civil que se me aproximaban bastante rápido. Me aparté a un lado en la calzada para dejarles pasar. El tráfico era también intenso con dirección a Telde desde Valsequillo y San Mateo. Entre que era de noche y que no creo que me haya cruzado nunca con tantos coches por allí, con el zigzagueo de la calzada por la zona de Montaña Las Palmas y Balcón de Telde y viendo que más de un conductor -lógicamente habituado- venía "ligerito" para llegar al curro, muy pronto me vi obligado a seleccionar el modo de conducción "alerta total". Guaguas, camiones de reparto y de construcción se sumaban a los turismos.
Y llegué a La Barrera y tuve que parar la moto. Me subí a un muro y disparé estas dos fotos con el casco puesto.
Entraba en Valsequillo y, a un lado de la carretera, vi de nuevo las motos de los Guardias Civiles con la burra puesta. Había habido un tremendo accidente justo delante de la gasolinera del pueblo que obligó a utilizar la estación de servicio como desvío. La ambulancia ya se iba. Un turismo reventado y un camión atravesaban la vía.
Estaba a dos curvas de la ferretería de Las Vegas cuando tuve que volver a parar.
Fuerteventura se aparecía imponente en el horizonte. Disparé "de oído" porque ni me puse las gafas ni me quité el casco.
Serían las ocho y algo cuando empecé con el garaje
El termómetro callejero en La Barrera marcaba 14º C cuando tiré la primera foto. Y esto marcaba en casa diez minutos más tarde. A las 13:30 tenía liquidado el garaje y todo recogido y dispuesto para regresar. Al pasar de vuelta por La Barrera el termómetro marcaba 27º C
Esta joven volvió a demostrar su temperamento viniendo de vuelta. Entre 5.500 y 7.500 rpm es una delicia conducirla. Decidí subir a mi casa por la circunvalación. Dejé la potabilizadora a la derecha. Iba ya en sexta, carril de la izquierda, cuesta arriba (lo que mola), ligerito y veo más adelante luces rojas de freno y coches reduciendo velocidad...brmm (ruido recogida de marcha)... quinta,...brmm...cuarta, el Mini Cooper que venía bastante más atrás pero como un avión se me acercó casi a rueda y al poco veo que vuelve la normalidad al carril.........llevé la cuarta a 6 mil y pico, la quinta a 7 mil y cuando metí sexta, el Mini Cooper estaba tan lejos que puse el indicador y me fui hasta el carril más a la derecha.
El
reprise me encanta.......esos escasos segundos que bastan para sentir entre las piernas una explosión inmediata de potencia me resultan maravillosos. Por eso me vendría bien un cambio de montura y mucho más después de no haber estado nunca tan cerca de cambiar de moto desde que compre la Kawasaki en el 2005, como desde que hace dos semanas me subí en esta preciosa Yamaha Fazer FZ1 que se vendía de segunda mano en el concesionario de Triumph de mi ciudad. Fue una verdadera pena que el propietario me dijese que la moto no había tenido caídas cuando no era cierto. Si no hubiese sido por eso, creo que la habría comprado incluso con la caída si me lo hubiese advertido de antemano. A mi también se me ha caído la moto y aparte de indicador o un par de arañazos la moto en sí no ha resultado nunca afectada ni de lejos. Es una cuestión de honestidad. Más aún si te lo preguntan directamente y lo niegas de entrada, para reconocerlo 30 segundo más tarde cuando la mentira ha fallado dejándote con las témporas al aire. Ya digo, una lástima.
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