17 abr 2012

¡No hay color!


El otro día leía un artículo de Alfonso Ussía –me encanta cómo escribe- en el que con su habitual exquisitez narrativa comentaba la presencia de su Majestad el Rey en una cacería en África.

Desde la primera letra hasta la última, el texto del escritor madrileño rezuma el profundo respeto y deferencia que sin duda creo se requiere cuando uno se propone criticar al Rey de España, por haber actuado de esta o aquella manera. Y Ussía lo hace apuntando y señalando sin ambages, lo que él considera equivocado de este reciente viaje africano, pero en todo momento se conduce con la elegancia y consideración que la especial circunstancia del interpelado exige.

Sobre el mismo tema, la cacería africana, el director de uno de los diarios de la provincia de Las Palmas ha publicado en su edición digital un artículo titulado “Carta a un Rey convaleciente”, cuyo texto comienza como sigue: “Señor rey, señor majestad o como quiera que se diga”. Sólo este inicio me predispuso en contra del resto del artículo, incluso aceptando al concluir su lectura parte de los argumentos expuestos, pero ¿por qué esta gratuita falta de respeto? Para mayor decepción, el autor del artículo es el director del diario, probablemente, del único que se vende de forma generalizada en toda las islas Canarias.

¡Con lo fácil y sencillo que resultaba decir lo mismo con educación!

En el fondo, refleja la diferencia que existe entre escribir con distinción y buen gusto literario y hacerlo de forma anodina y gris. Es lo que separa el hecho de ser atrapado por la lectura, casi desde la primera sílaba del artículo, de tener que abandonarla hastiado en el segundo renglón.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Moto