20 abr 2012

Suposiciones


Parece que el episodio de la cacería del Rey en África se ha dado por finiquitado con las disculpas públicas ofrecidas por Don Juan Carlos.
La verdad es que lo que empezó siendo catalogado como un escándalo sideral, bien por el “dinero público” gastado en unas lujosamente indecentes vacaciones, bien por la crueldad intrínseca a la caza de un elefante incluida en el periplo, bien por el inapropiado momento elegido para irse, ha terminado diluyéndose como azúcar en agua.
La insistencia diaria de algunos medios en el gasto generado por el viaje, terminó por obligar a revelar que no había sido así; no nos había costado un duro y la financiación había corrido por cuenta de un empresario saudí que según el diario El País, “suele actuar como representante de la casa real de Arabia Saudí en España, cuyos negocios defiende e impulsa”. Los dineros públicos ya no servían para atacar a la Corona.
Luego siguió la caza de elefantes y “lo cruel y despiadado que resulta matar animales por deporte”, pero es que, ¡hay gente a la que le gusta cazar! En el caso del Rey, el animal no ha sido abatido de forma furtiva, ilegal o incumpliendo alguna de las leyes del país africano. Todo lo contrario. Se ha realizado de la misma forma que se habría hecho si fuese un cualquiera –con posibles, se entiende- el que contratase un paquete turístico que incluyese la captura de una pieza de caza mayor. La muerte de animales indefensos también dejó de ser argumento de peso para el reproche de la conducta real.
Al final, sólo quedaba como munición “el inoportuno momento del viaje por la situación económica que vivimos”, sobre todo “después del mensaje de Navidad en el que nos pedía austeridad y sacrificio” o “tras manifestar que hay noches que el paro juvenil le quita el sueño” y entonces……Su Majestad el Rey, presentó disculpas a España entera y dijo que no volvería a ocurrir.
Vale, de acuerdo, pero a mi…….hay algo que no me termina de cuadrar.
Me explico.
El Rey conoce el verdadero alcance de la situación en la que nos encontramos y que debemos afrontar. La información privilegiada que recibe es la que le facilita el Gobierno, información no a disposición de muchos mortales.
En el discurso de la Navidad pasada manifestó, entre otras cosas, que “Sé, sabemos todos, que el camino de la recuperación no será corto ni tampoco fácil, que exigirá sacrificios. Por eso resulta tan importante que la sociedad en su conjunto asuma la trascendencia del momento y sepa responder a los desafíos de una situación tan difícil como la que vivimos con el necesario realismo, pero también con mucha generosidad, con mucha solidaridad hacia quienes por sus circunstancias económicas o familiares son más vulnerables”, pero entonces ¿cómo casar este inoportuno viaje con esta declaración? ¿Se fue el Rey conscientemente de vacaciones después de pedirnos al resto sacrificios para salir del pozo? Me cuesta mucho creerlo. Resulta demasiado burdo.

Por otro lado, la cacería ha sido promovida por un magnate sirio y costeada por el empresario saudí y parece que esa amistad de Don Juan Carlos, -bien con uno o con ambos- pudo haber tenido mucho que ver con que el 26 de octubre pasado hayamos obtenido el contrato para la construcción y posterior explotación de la línea ferroviaria de Alta Velocidad La Meca-Medina. Según el diario ABC, una obra con una longitud de 450 kilómetros de vía doble, que incluye el suministro de 35 trenes, la opción de 20 más, el diseño y construcción de estaciones, de las vías, de los sistemas electromecánicos, junto a la operación y el mantenimiento de la línea y del material durante doce años. El importe: casi 6.800 millones de euros.
Y entonces se me encendió una lucecita.
¿Y si el Rey estaba de alguna manera aceptando una invitación que el interés superior del España exigía cumplimentar? Quiero decir, un señor que me ha conseguido semejante negocio me invita a ir de cacería y ¿cómo negarme? ¿no significaría ir contra mi propio interés hacerlo? ¿no sería lo correcto siendo el Rey de España, mantener esa buena sintonía -casi por encima de cualquier cosa- con alguien que nos ha facilitado la adjudicación del mayor contrato logrado en el exterior en nuestra Historia?
¿Y si el empresario saudí invitó al Rey a la cacería porque el magnate sirio quería conocer la opinión de Don Juan Carlos, por ejemplo, respecto de la aptitud y capacidad de los ingenieros españoles de caminos, canales y puertos, para afrontar la planificación portuaria en otros países? ¿Y si lo que buscaba era saber de primera mano de la probada capacidad de nuestros astilleros en la construcción de buques de guerra? ¿Y si lo que el Rey fue a cazar no eran elefantes, sino contratos parecidos al del AVE La Meca-Medina? ¿Y si el Rey estaba trabajando por España y los españoles?
Sí, ya sé, son suposiciones y seguro estoy totalmente equivocado, pero lo que es innegable es que si fuese cierto, -el Rey estaba mediando e influyendo en interés del país, una vez más- no podía permitirse que este concreto extremo se airease o fuese de dominio público mundial. Era vital cortar de raíz cualquier especulación que pudiese arriesgar la existencia y continuidad de estas hipotéticas mediaciones y había que hacerlo de una manera absoluta, definitiva, inapelable. La pública disculpa se presentó como la opción mas contundente y desde luego, ha sido efectiva. El Rey ha asumido toda la responsabilidad de su inoportuno viaje. Ha reconocido que se equivocó, que hizo mal yéndose de vacaciones después de haber afirmado que el paro juvenil le quitaba el sueño y después de haber solicitado nuestro esfuerzo y sacrificio, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa y con eso ha atraído la luz de todos los focos sobre sí mismo, ha puesto punto final al asunto de la cacería, colocándose él en el punto de mira de la opinión pública mundial por su mala conducta, pero a cambio ha dejado a salvo bajo un seguro manto de discreción, el cómo de esas cuestiones que afectan de forma muy importante al interés nacional y del que sin duda, los 6.800 millones de euros del AVE La Meca-Medina son la prueba palpable, pero bueno,………..no dejan de ser más que simples suposiciones alegres.

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