El
viernes pasado, sobre las cinco menos veinte de la tarde sonó el teléfono. Era
mi amigo Carlos.
“¡Pon
Intereconomía! Empieza el debate “Queremos opinar”,…..sí hombre, el programa
que presenta el cura. Me da que el de hoy va a ser explosivo.”
Estaba
viendo la tele en ese momento, así que sólo tuve que cambiar de canal y allí
estaba el franciscano Carlos Fuentes presentando a los invitados. Dos hombres a
un lado y una mujer y un hombre al otro. No conocía a ninguno.
La
verdad es que sin ser un habitual del programa, a menudo, haciendo zapping, me
lo he encontrado y reconozco que me engancha muchas veces.
Tras
una búsqueda en la red me entero del nombre y ocupación de los participantes. A
la izquierda de la pantalla, Rafael López Diéguez, Secretario General de
Alternativa Española y José Miguel Villarroya, periodista. A mi derecha,
Santiago Espot, periodista y Gemma Galdón profesora de la Universidad de
Barcelona.
El
programa es muy sencillo. El moderador plantea diferentes preguntas tanto a los
contertulios presentes, que las responden en el plató, como a los televidentes,
que pueden entrar en directo mediante una llamada telefónica. Pregunta
inicial-respuesta tertulianos-respuesta televidentes-nueva pregunta. Así
sucesivamente.
La
primera ¿quién debe pedir perdón por el franquismo?
El
debate entre los invitados empezó con corrección, pero fue subiendo de tono a
medida que Rafael López iba rebatiendo a Gemma Galdón, uno tras otro, los
tópicos rancios del argumentario progre respecto de lo buena que era la II
República y lo malo malísimo que era Franco.
La
tensión siguió in crescendo, alentada en gran parte por una Galdón que se valía
de la descalificación constante, cruel, desmedida, incluso vil del otro, hasta
que llegó un momento en que, acorralada, con la letanía de “Franco era un
fascista asesino que acabó con una democracia” como único razonamiento de peso
frente a los datos que aportaba López de contrario y aterrorizada al comprobar
que la lista de frases cliché que le habían remitido por email se había
agotado, soltó: “ lo que ocurre señor López es que usted y a los que usted
representa son unos neonazis”
Me
extrañó mucho que el conductor del programa no dijese esta boca es mía, después
de aquella inadmisible descalificación, pero comprobé que López Diéguez lo
encajaba con una serenidad para mi incomprensible entonces.
Luego
vino la explicación.
Mientras
Galdón interrumpía una y otra vez a su interlocutor repitiéndole, “¡usted es un
neonazi, neonazi, neonazi!”, López –en absoluto intimidado por esta impresentable-
explicaba reposadamente el antidemocrático comportamiento desplegado por la
izquierda española desde el mismo inicio de la República. De las rebeliones
armadas protagonizadas por ella entre los años 1931 y 1933, de las que Galdón
parecía no tener ni idea. Del fallido golpe de estado organizado por el PSOE en
1934 que costó 1200 muertos. De la persecución religiosa y de cómo se terminaba
matando a gente sólo por venir de misa o por llevar corbata. De cómo entre el
31 y el 34 la violencia mayoritaria provino de la izquierda, pero que sólo
empezamos a matarnos unos a otros –a una acción siempre sigue una reacción- entre
1935 y 1936. Del saqueo de las viviendas y de los bienes de aquellos que eran
detenidos por los milicianos. Del asesinato de Calvo Sotelo, líder de la oposición, perpetrado por
policías afiliados al PSOE. De las checas que funcionaron en la zona
republicana en las que se robaba, torturaba y asesinaba a la gente y entonces
con mucha tranquilidad, le dijo “tu habrías sido una chequista perfecta”.
Después de aquello, Galdón ya no habló mucho más durante el tiempo dedicado a
esta primera pregunta. La exposición del Secretario General de Alternativa
Española fue tan contundente y clara que no podía refutar, ni contradecir
ninguno de los datos ofrecidos por López Diéguez, simplemente, porque eran
ciertos. La desarmó. Aquel tipo afirmaba que la izquierda española había hundido la II
República, pero ninguno de los izquierdistas presentes pudo argüir razonamiento
alguno de contrario.
Y
es que no lo hay.
El
odio que destiló Gemma Galdón contra sus interlocutores de derechas a lo largo
del programa fue visceral, mortal, asesino, despreciable, mezquino. En alguna
ocasión cambié de canal justo cuando iba a intervenir por lo repulsivo que me
resultaba escucharla y lo más grave es que…..es profesora de universidad. Hoy
me encontré otro ejemplo de esta intolerancia sectaria de la izquierda española al leer en el periódico una noticia referida a una tertulia de la Sexta
“Al rojo vivo” del pasado día 14. Intervienen Paco Marhuenda, director de La
Razón y Tania Sánchez, diputada de IU.
Marhuenda: "Si gobernara
Izquierda Unida en España tendríamos una prima de riesgo de 800 puntos y
subiendo, seríamos un país intervenido. ¿Tú crees sinceramente que hay un sólo
inversor extranjero que ponga un Euro en este país gobernando Cayo Lara?
¡Hombre por favor! Dejar que gobierne España, ¡qué horror!"
Sánchez: Eres un sinvergüenza!.
No te puedes sentar en esa silla a hablar de un estado de derecho. Eres un
sinvergüenza y un irrespetuoso."
Marhuenda
no hizo más que expresar una opinión, pero hay que matarlo, debe prohibírsele
hablar de un estado de derecho. Marxismo leninismo puro: o piensas como yo o
hay que eliminarte.
Escuchando
la violencia sectaria con la que se expresan públicamente estas dos jóvenes, me aterra más aún la posibilidad de que Rajoy no obtenga la mayoría absoluta en las próximas generales y Rubalcaba gobierne con el apoyo de estos antisistemas de IU.
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