19 oct 2013

El PSOE fue el culpable



El otro día, viendo por la tele la extrema violencia verbal con que dos mujeres de izquierda, una nacionalista, profesora de Universidad, nacida en 1976 y otra diputada de IU de la quinta del 79, se dirigían a sus interlocutores de derechas, descalificándolos gravemente en lo personal, llenándose la boca con la legitimidad democrática de la II República vilmente asesinada por el genocida Franco, con la represión despiadada –es incuestionable la experiencia de ambas bajo el franquismo- y con la dictadura sanguinaria posterior, comprobé una vez más que la izquierda no sólo no asume ni un ápice de culpa de su principal, activa y directa participación en la destrucción de la República, sino que encima, soberbia, se atreve a responsabilizar de forma intolerable a otros por ello. 

No recuerdo dónde leí a un oficial leal a la República que hablaba del asesinato de Calvo Sotelo: "ni elegido por los rebeldes podían haberlo hecho mejor los que lo cometieron." 

El hecho de que a Calvo Sotelo lo hubiesen ejecutado miembros de las Fuerzas del Orden Público, fue la gota que colmó el vaso e inclinó a muchos militares indecisos a secundar a los rebeldes. Si la autoría del crimen hubiese recaido en grupos descontrolados de uno u otro signo como era habitual -el teniente Castillo murió asesinado por un grupo de falangistas unas semanas antes- todo habría quedado en un acto terrorista más de los que se sucedieron entre 1935 y 1936, pero en el caso de Calvo Sotelo, la participación directa de miembros de la Policía, empujó también a  muchos ciudadanos a posicionarse en favor de los rebeldes alzados.
Decía Antonio Escohotado ayer día 17 en una entrevista en Periodistadigital.
"La memoria histórica es una colección de embustes. Vamos a imaginar que el capitán jefe de la Policía Nacional secuestra a Rubalcaba junto al presidente de la UGT, le meten ocho tiros en la cabeza y lo dejan tirado en la calle Martínez Campos. Y el señor Rajoy dice: ¡Que bueno que ese gusano se ha muerto! Esto fue el asesinato de Calvo Sotelo. Y no se considera casus belli."
http://www.periodistadigital.com/ocio-y-cultura/libros/2013/10/17/antonio-escohotado-enemigos-del-comercio-espasa-comunismo-iglesia.shtml

Al respecto comenta en su blog Alfonso Bullón de Mendoza, catedrático de Historia Contemporánea y autor del libro "José Calvo Sotelo":
"La furgoneta número 17 no salió de Pontejos a las órdenes de un oficial de Asalto, sino a las de Fernando Condés, capitán de la Guardia Civil e instructor de la motorizada (grupo de acción socialista que servía de escolta a Prieto). Dentro de la misma, además de varios guardias de Asalto, iba al menos media docena de militantes del PSOE, y una vez efectuada la detención no fue un guardia de Asalto, sino un guardaespaldas de Prieto, Luis Cuenca, quien le asesinó a sangre fría.
Sin embargo, lo peor, lo que demuestra hasta qué punto el régimen republicano había dejado de ser un Estado de Derecho, es lo sucedido posteriormente. A las ocho de la mañana uno de los asesinos informaba del crimen al diputado del PSOE y director de El Socialista, Julián Zugazagoitia, que llamó de inmediato a Prieto para ponerle en antecedentes. Media hora más tarde, otro diputado socialista, Vidarte, recibía una llamada de Condés, que se había refugiado en la sede del PSOE en la calle Ferraz, adonde le convocó con urgencia para informarle de primera mano. 
Merece la pena recapitular sobre lo que llevamos escrito. Amenazado de muerte por el diputado socialista Angel Galarza (que posteriormente, siendo ministro de la República, no dudó en afirmar que «el asesinato de Calvo Sotelo me produjo un sentimiento [...] el sentimiento de no haber participado en su ejecución»), Calvo Sotelo fue sacado de su casa por militantes del PSOE, protegidos por guardias de Asalto que, tras asesinarle, contaron el crimen al menos a tres diputados socialistas que en vez de denunciarles optaron por encubrirles. No creo que sean necesarias muchas más reflexiones para convencernos de la anormalidad del régimen republicano en 1936, anormalidad que había sido denunciada múltiples veces por José Calvo Sotelo.
Ésta y no otra era la República que propugnaba el Frente Popular, esto es, un proyecto de gobierno exclusivamente de izquierda en el que la eliminación física del contrario se consideraba una opción legítima y del que tanto Tania Sánchez, como Gemma Galdón parecen sentirse muy orgullosas herederas. 



 

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