7 abr 2017

Sólo puede quedar uno

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Me parece que sólo de inteligentemente sagaz puede calificarse la habilidad política de Mariano Rajoy al obtener para España el derecho a vetar cualquier decisión de la UE respecto de Gibraltar en el contexto negociador del Brexit. "Una vez que Reino Unido deje la Unión, ningún acuerdo entre la Unión Europea y Reino Unido se podrá aplicar al territorio de Gibraltar sin el acuerdo entre España y Reino Unido", ha dicho Donald Tusk.

En mi opinión nos encontramos ante una oportunidad histórica para nuestro país.

Con el incordio del Reino Unido fuera, estamos en un momento óptimo para consolidarnos como uno de los pilares básicos de la UE.

El Brexit -como todos los populismos- ha dividido en dos a los británicos. La vaina “at home” no pinta nada bien. Escocia e Irlanda del Norte, Londres y sus alrededores han votado mayoritariamente por la permanencia. Los primeros no han tardado un minuto en pedir un nuevo referéndum para abandonar el Reino Unido. Los segundos comprueban sin anestesia que, de golpe, se han convertido en frontera de la UE, que de nuevo hay impuestos aduaneros con sus vecinos del sur y que los beneficios económicos derivados del proceso de paz y el proceso mismo están en riesgo. Los terceros reunieron 4 millones de firmas en un mes para solicitar un segundo referéndum. Les esperan sin duda unos años de agitado revuelo doméstico. 
 
Desde el punto de vista económico, el Brexit espanta ya a muchas empresas de la City. A bancos como JPMorgan, Goldman Sachs, HSBC, Lloyds y UBS. A compañías de seguros como Allianz, Axa y Generali. A firmas de capital riesgo estadounidenses, como Blackstone y Carlyl. Todas estas empresas tienen preparados planes de contingencia para trasladar sus sedes y sus trabajadores a países miembros de la UE. El denominador común a todas ellas reside en el temor a las restricciones comerciales que puedan recaer sobre el Reino Unido una vez esté fuera de la Unión. La pela es la pela.

Es el momento de España.

Guste o no, hemos recuperado la solvencia y el reconocimiento internacional. Nuestra economía promete varios años seguidos de crecimiento. Las previsiones para este año lo sitúan en el 2,8 %. Cuando llegó Rajoy teníamos un paro del 21,28 % y las estimaciones para este año apuntan que la tasa de desempleo acabará en el 17,6 %. El turismo va a continuar en cifras record. Estoy seguro que los gobiernos de Francia o de Italia o de Gran Bretaña, darían un brazo por poder ofrecer a sus ciudadanos unas cifras económicas como las que nos presenta el gobierno de España a nosotros a día de hoy.

Desde esta perspectiva, creo que tenemos muchos boletos para hacernos con una parte del enorme pastel al que los soberbios ingleses se han emperrado en renunciar, pero la envergadura de esta empresa es de tal calado, los intereses en liza son tan valiosos para España, que la preparación técnica y la experiencia política de aquellos llamados a defenderlos en el contexto internacional tiene que ser no sólo exhaustiva y sino también ampliamente acreditada.

El problema es que vuelve a existir una posibilidad cierta de que Mariano Rajoy tenga que convocar elecciones anticipadas y viendo que las alternativas al gallego chapotean entre una jactanciosa indigencia profesional y una absolutamente contrastada ausencia de experiencia, un resultado que no asegure una mayoría absoluta al PP significará que el futuro de mi hija pueda quedar en mano de unos aficionados cuyo único argumento político es el odio visceral al discrepante en un caso y la arrogancia "ad infininitum" como "modus operandi" en el otro.

Si Pedro Sánchez gana las primarias del PSOE –verlo cantar la Internacional produce vergüenza ajena- volverá con su cantinela del no es no y con su forma sectariamente fascista de entender la democracia, pactará con Podemos y hundirá al país.

Pablo Iglesias es marxista leninista. Es decir, el pueblo le importa un comino. Lo único que busca es vivir como vivía la élite política soviética o como vive hoy la norcoreana y la venezolana. Viendo la zafiedad chusca y matonil con la que se está conduciendo en el Parlamento, no quiero imaginarlo en el Gobierno y a Cañamero al frente del CNI, todo ello gracias a la inestimable colaboración de un Pedro Sánchez al que terminarían encarcelando.

Y por último, Ciudadanos. La gran decepción equidistante. Se les presentaba la ocasión que ni pintada y no han hecho sino mostrar una inmadurez política inaceptable. En un ejercicio de responsabilidad y de sentido de Estado, podían haber entrado a formar parte del Gobierno de España para asumir tareas políticas de altura y empezar a curtirse y a foguetearse en la gestión de la “res publica”, pero tampoco, aplican varas de medir distintas según se trate del PP o del PSOE. La soberbia de este chico encopetado le supera. (Ironic mode on) "¡oiga, que ganó un concurso de debate en la Universidad!. Ah bueno.....en ese caso...no hace falta que me diga más" (ironic mode off).

Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera están convencidos de su capacidad para dirigir España y esa es precisamente la prueba palpable de su inmadurez, de su falta de honestidad y del peligro que significa entregar la cuarta economía de la UE a unos elementos que si esto fuera Fórmula 1, no pasarían de la Q1
 
Cuando el ministro Dastis habla de un posible apoyo de España a una futura integración de Escocia en la UE, no creo se trate de un desliz, sino más bien de otra jugada astuta y egoístamente política en defensa de los intereses superiores de España. Que se rompa el Reino Unido nos da igual, pero Escocia posee importantes caladeros de pesca y abundante petróleo. Dastis ha hecho saber a los escoceses que España estaría encantada de respaldar su ingreso en la UE, eso sí, “hablen ustedes primero en Westminster y cuando lleguen a un acuerdo, hablen con nosotros. Brexit es Brexit” les ha dicho González Pons a los representantes de Escocia y de Gibraltar el pasado enero en Bruselas cuando vinieron a pedir árnica.
 
El abierto apoyo ofrecido por España a Escocia muestra a Gran Bretaña que estamos dispuestos a defender nuestros intereses con las mismas "herramientas" diplomáticas que ellos han utilizado en su beneficio con el resto de mundo durante siglos. Seguro que a Teresa May le hubiese venido mejor que España no fuera tan amable con los escoceses y eso mismo es lo que debe pensar la diplomacia española. Ellos apoyan las reivindicaciones de los gibraltareños y, desde el Brexit, nosotros las de los escoceses.
 
Esto es hacer política internacional de altura. Tenemos que sacar tajada de todos los problemas que se le vienen encima a la pérfida albión utilizando la política con frialdad y sin remordimientos para asestar este tipo de golpes, siempre desde la más exquisita y educada correción diplomática y de cómo hacer esto Sánchez, Iglesias y Rivera tampoco tienen ni la más remota idea. 
 


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