16 oct 2013

Dos sectarias impresentables


El viernes pasado, sobre las cinco menos veinte de la tarde sonó el teléfono. Era mi amigo Carlos.
“¡Pon Intereconomía! Empieza el debate “Queremos opinar”,…..sí hombre, el programa que presenta el cura. Me da que el de hoy va a ser explosivo.”
Estaba viendo la tele en ese momento, así que sólo tuve que cambiar de canal y allí estaba el franciscano Carlos Fuentes presentando a los invitados. Dos hombres a un lado y una mujer y un hombre al otro. No conocía a ninguno.
La verdad es que sin ser un habitual del programa, a menudo, haciendo zapping, me lo he encontrado y reconozco que me engancha muchas veces.
Tras una búsqueda en la red me entero del nombre y ocupación de los participantes. A la izquierda de la pantalla, Rafael López Diéguez, Secretario General de Alternativa Española y José Miguel Villarroya, periodista. A mi derecha, Santiago Espot, periodista y Gemma Galdón profesora de la Universidad de Barcelona.
El programa es muy sencillo. El moderador plantea diferentes preguntas tanto a los contertulios presentes, que las responden en el plató, como a los televidentes, que pueden entrar en directo mediante una llamada telefónica. Pregunta inicial-respuesta tertulianos-respuesta televidentes-nueva pregunta. Así sucesivamente.
La primera ¿quién debe pedir perdón por el franquismo?
El debate entre los invitados empezó con corrección, pero fue subiendo de tono a medida que Rafael López iba rebatiendo a Gemma Galdón, uno tras otro, los tópicos rancios del argumentario progre respecto de lo buena que era la II República y lo malo malísimo que era Franco.
La tensión siguió in crescendo, alentada en gran parte por una Galdón que se valía de la descalificación constante, cruel, desmedida, incluso vil del otro, hasta que llegó un momento en que, acorralada, con la letanía de “Franco era un fascista asesino que acabó con una democracia” como único razonamiento de peso frente a los datos que aportaba López de contrario y aterrorizada al comprobar que la lista de frases cliché que le habían remitido por email se había agotado, soltó: “ lo que ocurre señor López es que usted y a los que usted representa son unos neonazis”
Me extrañó mucho que el conductor del programa no dijese esta boca es mía, después de aquella inadmisible descalificación, pero comprobé que López Diéguez lo encajaba con una serenidad para mi incomprensible entonces.
Luego vino la explicación.
Mientras Galdón interrumpía una y otra vez a su interlocutor repitiéndole, “¡usted es un neonazi, neonazi, neonazi!”, López –en absoluto intimidado por esta impresentable- explicaba reposadamente el antidemocrático comportamiento desplegado por la izquierda española desde el mismo inicio de la República. De las rebeliones armadas protagonizadas por ella entre los años 1931 y 1933, de las que Galdón parecía no tener ni idea. Del fallido golpe de estado organizado por el PSOE en 1934 que costó 1200 muertos. De la persecución religiosa y de cómo se terminaba matando a gente sólo por venir de misa o por llevar corbata. De cómo entre el 31 y el 34 la violencia mayoritaria provino de la izquierda, pero que sólo empezamos a matarnos unos a otros –a una acción siempre sigue una reacción- entre 1935 y 1936. Del saqueo de las viviendas y de los bienes de aquellos que eran detenidos por los milicianos. Del asesinato de Calvo Sotelo, líder de la oposición, perpetrado por policías afiliados al PSOE. De las checas que funcionaron en la zona republicana en las que se robaba, torturaba y asesinaba a la gente y entonces con mucha tranquilidad, le dijo “tu habrías sido una chequista perfecta”. Después de aquello, Galdón ya no habló mucho más durante el tiempo dedicado a esta primera pregunta. La exposición del Secretario General de Alternativa Española fue tan contundente y clara que no podía refutar, ni contradecir ninguno de los datos ofrecidos por López Diéguez, simplemente, porque eran ciertos. La desarmó. Aquel tipo afirmaba que la izquierda española había hundido la II República, pero ninguno de los izquierdistas presentes pudo argüir razonamiento alguno de contrario.
Y es que no lo hay.
El odio que destiló Gemma Galdón contra sus interlocutores de derechas a lo largo del programa fue visceral, mortal, asesino, despreciable, mezquino. En alguna ocasión cambié de canal justo cuando iba a intervenir por lo repulsivo que me resultaba escucharla y lo más grave es que…..es profesora de universidad. Hoy me encontré otro ejemplo de esta intolerancia sectaria de la izquierda española al leer en el periódico una noticia referida a una tertulia de la Sexta “Al rojo vivo” del pasado día 14. Intervienen Paco Marhuenda, director de La Razón y Tania Sánchez, diputada de IU.
Marhuenda: "Si gobernara Izquierda Unida en España tendríamos una prima de riesgo de 800 puntos y subiendo, seríamos un país intervenido. ¿Tú crees sinceramente que hay un sólo inversor extranjero que ponga un Euro en este país gobernando Cayo Lara? ¡Hombre por favor! Dejar que gobierne España, ¡qué horror!"

Sánchez: Eres un sinvergüenza!. No te puedes sentar en esa silla a hablar de un estado de derecho. Eres un sinvergüenza y un irrespetuoso."
Marhuenda no hizo más que expresar una opinión, pero hay que matarlo, debe prohibírsele hablar de un estado de derecho. Marxismo leninismo puro: o piensas como yo o hay que eliminarte.
Escuchando la violencia sectaria con la que se expresan públicamente estas dos jóvenes, me aterra más aún la posibilidad de que Rajoy no obtenga la mayoría absoluta en las próximas generales y Rubalcaba gobierne con el apoyo de estos antisistemas de IU.

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