16 dic 2011

¿Yo confieso?


Últimamente he leído en algunos diarios de izquierda veladas críticas a la actitud con la que ZP se ha venido conduciendo en el traspaso de poderes a Rajoy. Estas mismas recriminaciones las escuché también ayer por la mañana en un bar, mientras me tomaba un cortado antes de entrar a trabajar. En definitiva, ZP estaba mostrando un elevado grado de colaboración con Rajoy que éste, en reciprocidad, nunca le otorgó mientras el primero estuvo al frente del gobierno. ¡Cuántas veces había negado el PP su apoyo al PSOE en momentos difíciles y ahora Rajoy pide colaboración, cuando encima desarrolló una oposición irresponsable, diciendo mentiras fuera y dentro de España, sin importarle si perjudicaban o no al país!

Como siempre, una opinión como otra cualquiera y respetable como la que más, pero la mía es diferente.

Antes que nada debe quedar claro que una cosa es solicitar apoyo para algo y otra muy distinta pretender la adhesión incondicional que es lo que creo ha venido reclamando ZP. Ésta última significa que yo hago las cosas como me parece, usted me apoya aunque no esté de acuerdo con mi proceder y si sale mal, siempre podré decir que usted también estuvo detrás de la fracasada medida.

Por otro lado, no tengo duda que si alguien me pide que colabore con él en algo, es necesario que ese algo sea asumible, aceptable para mí. Es decir, si por ejemplo se requiere colaboración para apoyar la adopción de medidas dirigidas a paliar los efectos de la crisis y las acciones que se proponen no son las que el requerido estima apropiadas, lógicamente, no puede mostrar su acuerdo con ellas.

El respaldo a las posiciones de uno se consigue después de haber ofrecido y obtenido la confianza de otro y ZP se ha caracterizado no precisamente por ello en su trato con Rajoy a lo largo de estos casi ocho años.

En primer lugar, guste o no, el PSOE suscribe un pacto, el del Tinell, cuyo único objeto es gobernar España excluyendo casi al 50% del cuerpo electoral español, apoyándose sólo en los partidos nacionalistas. ¿Cómo colaborar con alguien que de partida presenta estas credenciales? Es decir, usted firma con otros mi exclusión política pero ¿me pide ayuda y apoyo….político? La sola pretensión ofende al sentido común.

Segundo, -aunque no se digiera con facilidad-, ha mentido a todos respecto de la negociación con ETA. Ahora no hay dudas. Lo ha negado hasta la saciedad y en el colmo del descontrol organizativo, es gente de su propio partido la que públicamente reconoce la existencia de esa negociación entre el gobierno y la banda, dejando a ZP en ridículo ante de todo el país. Para mayor escarnio, Jesús Eguiguren, Presidente del PSE, ha presentado un libro hace un par de días titulado, ¡nada menos!, “ETA, las claves de la paz”. ¿Cómo entregar honestamente tu confianza a alguien que se ha conducido así con semejante asunto?

Tercero, un partido profundamente nacional como es y ha sido el PSOE a lo largo de su historia, se ha aliado sin dudarlo con partidos independentistas para gobernar Cataluña, no le tembló el pulso y recurrió a los secesionistas para dirigir Galicia y ni siquiera se paró a valorar el coste político que para la organización significaba el evidente menoscabo y erosión del sentido nacional del que siempre estuvo revestido el partido. A la vista de ello ¿cómo respaldar medidas relacionadas con la integridad territorial del Estado con estos antecedentes? ¿Cómo, por ejemplo, apoyar la aprobación del Estatuto de Cataluña?

Me pregunto qué le movió a coger el teléfono para llamar al líder de la oposición y con su concurso fijar el techo de endeudamiento en la Constitución, prescindiendo de la opinión del partido, de la de los sindicatos y hasta de la del propio gobierno, cuando ya Rajoy le había ofrecido el mismo acuerdo un año antes. No sé, tal vez fue ese su rubicón, quizás fue ahí donde entendió, por fin, el verdadero alcance de lo que significa el interés superior de España, lo que implica soportar no sólo la obligación de tener que tomar decisiones, sino además la responsabilidad de hacerlo contra viento y marea cuando es el provecho del país el que está en juego. Ayer o anteayer en un programa de radio, refiriéndose a su afirmación de que el concepto de nación era "discutible y discutido", manifestó que “hoy no lo repetiría” señalando que “apreciaciones como esa se pueden decir en un aula universitaria por un profesor, pero dichas por el Presidente de Gobierno puede generar interpretaciones erróneas”. Es probable que haya hecho acto de contrición y que los recuerdos de aquellos días en los que invitó a otros países a abandonar Irak, después de haberlo hecho nosotros, dejando a nuestros aliados en la estacada o de aquel que permaneció sentado al paso de la bandera norteamericana o de cuando afirmó que con ETA todo bien y al día siguiente nos vuelan un aeropuerto nuevo o de cuando dijo que aprobaría lo que viniese del Parlamento catalán o cuando escuchó ayer al diputado de ERC después de ser recibido por Su Majestad El Rey, decir que “algo huele a podrido en el Reino de España y queremos dejar este Reino”……….., estén agolpándose a borbotones en su conciencia para recordarle el daño que al interés superior de nuestro país le han supuesto sus otras apreciaciones y que, al ser que dichas por el Presidente de Gobierno, han generado, efectivamente, todo tipo de interpretaciones erróneas a lo largo de estos ocho años.

Total, que a mi lo que me parece es que ZP, por fin, ha empezado a actuar con cierta altura de estado, que comienza a ser consciente de cómo se ha conducido, de cómo lo recordará la Historia de España y busca redimirse.

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