7 jul 2023

Kurt Ellis y Charlie Hunter en el Pérez Galdós

La verdad es que hacía tiempo que no asistía a un concierto pero a mediados del mes de junio alguien me envió el programa del Festival de Jazz de Canarias y vi que la Orquesta Metropole actuaría en la ciudad.

Me encantan las grandes orquestas y aunque no había oído hablar nunca de esta en concreto tuve claro que iba a comprar la entrada. Empecé a hojear el programa para ver qué otros músicos se dejarían caer por el Festival. Casi nadie conocido aparte de Richard Bona al que ya había visto varias veces en directo y que además tocaba gratis en el Sur de la isla, por lo que ya no sólo eran los 60 kilómetros de distancia sino que además había que estar de pie todo el concierto y me temía avalancha de personas atraídas por la palabra “gratis”, así que lo descarté.

Volví al programa y me llamó la atención Kurt Elling, un vocalista oriundo de Chicago que había ganado dos premios Grammy y que presentaba un trabajo titulado “Superblue”. Hice una búsqueda en Youtube y con un par de vídeos que visioné y alguna crítica que leí, lo añadí a la lista. Con esos dos conciertos me daba por satisfecho.

Una semana más tarde hablaba con mi amigo Óscar para saber si pensaba ir a alguno de los conciertos previstos por el Festival de Jazz. Me contestó que sí. Le apunté los dos que yo había elegido, estuvo de acuerdo y además sugirió uno más, el de Manu Katché. Así que con la ayuda inestimable de mi hija compré las entradas por internet para los dos.

El pasado domingo día 2 de julio acudimos al Teatro Pérez Galdós a escuchar a Kurt Elling que se anunciaba acompañado de Charlie Hunter.

Bastantes guiris en la entrada del Teatro. Pedí a una de las azafatas algún folleto sobre el cantante y su banda pero aquello ya había pasado a la historia. “Lo siento señor. No tenemos nada. La información está toda en la web” ¡Qué lejos quedan aquellos días en los que la sala te ofrecía una pequeña guía impresa con referencias del artista y de sus acompañantes para leer antes de sentarte en tu butaca o cuando ya sentado esperabas el inicio del concierto………..!

Entramos y ocupamos nuestros asientos. Fila 4, butacas 19 y 21

El concierto empezó puntualmente a la 20.30. Perfecta visión del escenario

Kurt Elling venía acompañado por Charlie Hunter a la guitarra, DJ Harrison a los teclados y Corey Fonville a la batería

Desde el primer tema me vi atrapado por unas potentes líneas de bajo que se sobreponían en mi cabeza por encima del resto de los instrumentos y del vocalista pero con la particularidad de que no había bajista. Ya entonces me fijé que era Charlie Hunter el que se encargaba de ejecutar el bajo con su guitarra.

Elling ocupaba la posición central del escenario y, por la situación de nuestras butacas, a duras penas me dejaba ver a Hunter pero me fijé que de su guitarra salían dos cables que yo presumía estaban conectados al amplificador Mesa Boogie Mark Five que pude identificar justo a su espalda y di por hecho que aquellos dos cables significaban que estaba tocando en estéreo pero, claro, aquellas líneas de bajo sonaban tan poderosas, tan diáfanas, tan cristalinas que solo más tarde entendí cómo era posible que obtuviese aquel sonido tan contundente.

El concierto fue avanzando con un Elling que me fue decepcionando cada vez más. Sin duda posee una voz enérgica y un buen registro que le permitió realizar algunos agudos que en mi opinión resultaron algo forzados pero, en cualquier caso, tengo que admitir que las críticas previas que había leído y que lo calificaban como “perteneciente por derecho propio al selecto grupo de vocalistas de jazz” o “el cantante que ha mantenido la llama del jazz en lo más alto” no respondieron a la realidad de lo que escuché en el Pérez Galdós ni mucho menos.

En la misma medida que disminuía mi interés por Elling, aumentaba mi atención por Charlie Hunter.

Tuvo pocas ocasiones para solear con la guitarra porque la mayor parte del tiempo se dedicó a mantener con el bajo y con la batería de Corey Fonville la sección rítmica de la banda, pero las veces que lo hizo me conquistó. ¡Qué magnífico guitarrista y bajista a la vez! No utilizó púa en ningún momento. Con sus dedos sacaba un sonido gordo y cremoso que inundaba la sala con fraseos cortos y precisos de guitarra acompañados de unas deliciosas líneas de bajo que si uno cerraba los ojos jamás habría pensado que salían del mismo tipo que, a la vez, estaba tocando la guitarra.

En un momento dado el batería comenzó a ejecutar un solo. Hunter se levantó de su asiento como para estirar las piernas y entonces entendí el porqué de aquel sonido. ¡El tipo tocaba con dos amplificadores! El Mesa Boogie de guitarra por un lado y un pedazo de Ampeg de bajo por otro. No es que estuviera tocando en estéreo, sino que los dos cables estaban enchufados a dos amplis distintos.

Esta configuración no la había visto nunca antes y he tenido que investigar en la red y preguntar a mi SMA para ver cómo y por qué.

En pocas palabras, Hunter utiliza una guitarra de 7 cuerdas en la que los trastes no son paralelos, sino que están dispuestos en forma de abanico. Éstos están más juntos respecto de las cuerdas agudas y más separados en las cuerdas gruesas. El puente es independiente para cada cuerda, por lo que la distancia de cada cuerda entre el puente y la cejuela también es distinta. La séptima cuerda, la más grave, es la que mayor distancia presenta y con ello se consigue un timbre de bajo más rico y completo. La guitarra dispone de dos pastillas, una de bajo y otra de guitarra, con salidas independientes. La señal de las cuerdas graves va al amplificador de bajo y la de las agudas al de guitarra.

DJ Harrison a los teclados y Corey Fonville a la batería hicieron un trabajo correcto. El teclista estuvo casi todo el tiempo tocando un Fender Rhodes que yo no escuchaba muy bien y el batería hizo un par de solos que tampoco me dijeron mucho pero en general ambos cumplieron perfectamente.

El concierto llegó a su fin tras una hora y media. Parte del público se levantó encantado de sus butacas aplaudiendo a rabiar a Kurt y los suyos aunque no lo entendí muy bien. El concierto me pareció del montón y, en mi opinión, solo lo salvó Charlie Hunter con sus escasos solos de guitarra y con su soberbio manejo de las líneas de bajo.

Ellis y Hunter volvieron a escena para hacer un único bis, un blues, en el que el guitarrista/bajista volvió a brillar con altura con su ejecución y que terminó con un Kurt Ellis haciendo carantoñas al público durante tres o cuatro minutos que me dieron un poco de vergüenza ajena, aunque una parte del público se moría de risa con ellas.

En fin que salimos del Teatro comentando nuestro desencanto con Kurt Ellis y coincidiendo sin género de dudas en que los Grammy eran unos premios bastante devaluados





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