20 abr 2013

Otra excursión fotográfica




El domingo pasado ya estaba subido en la moto a las 8:30. Como es habitual, el personal a bordo prefirió seguir en la camita, así que tras desayunar no tardé mucho más en arrancar. 

Cuando me di cuenta estaba subiendo en dirección a Tamaraceite y de repente me vi circulando por Ciudad del Campo. Dí unas cuantas vueltas por el interior de este nuevo barrio de la ciudad. Se entra y se sale por el mismo sitio, así que hay numerosas calles sin salida. 

Total que como siempre me sucede los domingos moteros, había que decidir hacia donde tirar sobre la marcha y entonces, apareció la señal de tráfico: Teror. 

Subí por la carretera vieja. Firme irregular, infinidad de curvas y tráfico sorprendentemente denso para la hora que era. Cuando llegué pues...ni me bajé de la moto, seguí por una de las paralelas a la plaza de la Iglesia del Pino y otra vez, una nueva señal de tráfico me indicaba la ruta: Valleseco. 

Estas tres primeras fotos las tiré en una especie de mirador que hay antes de llegar a Valleseco. Al bajarme de la moto, tenía las manos heladas.




La iglesia de Valleseco. Eran las diez menos veinticinco. El frío en las manos y dedos era tal que me dolían hasta para pulsar el disparador de la cámara.

La verdad es que el interior de la Iglesia es sobrio pero bastante bonito. Aquí un detalle del órgano
 

Una de las cúpulas

Y el retablo. 

Esta fue una de las últimas fotos que tiré en Valleseco.


Antes de subirme de nuevo a la moto para seguir hasta Tejeda, tuve que calentarme las manos con el calor del tubo de escape. Así me pegué diez minutos dando ligeras palmaditas al escape para coger calor en las manos. 

Otro mirador a mitad de camino desde donde disparé las tres siguientes.


A partir de esta foto las paradas fueron más frecuentes. Como iba subiendo, tras cada curva aparecía una nueva instantánea que sacar. Parada, burra a la moto, fuera guantes, casco al manillar, cámara, dos, tres disparos y otra vez lo mismo, pero al revés. La ciudad desde el quinto pino.


En esta se puede ver hasta una de las plataformas que tenemos atracadas al final del Dique Reina Sofía.


La Isleta y Las Canteras 

Aquí me giré más hacia la derecha para disparar y si se cliquea en la foto para ampliarla, se pueden ver las torres de la Catedral y varios barcos en la bahía.

Tampoco me bajé en la Cruz de Tejeda, sino que seguí de largo en dirección Sur. A partir de esta siguiente foto ya estaba en la otra vertiente de la isla y el cambio de tiempo fue radical. Sol radiante y escasas nubes. El frío en las manos, desapareció.

Verde por todos lados. A medida que seguía con la ruta, el Teide se aparecía más cerca. Su imponente vista me obligó a parar varias veces. (Carlos, la próxima vez que vengas a casa, estudiaremos posibilidad de alquilar una moto)
 



El Roque Nublo con El Monje a la izquierda.

Y con La Rana a la derecha.




Dejé atrás San Bartolomé de Tirajana encontrándome aún cómodo en la moto, cuando otra señal de tráfico volvió a indicarme el camino. ¡Al Roque Bentayga! Al llegar y después de aparcar, apareció un vigilante forestal de Medio Ambiente, armado con unos prismáticos y acompañado por un perro. El elemento transmitía claramente la impresión de estar más aburrido que una ostra y noté con creciente alarma y desazón que intentaba pegar la hebra conmigo. Total, que como no había mucho que ver por la zona, con varios monosílabos y alguna frase referida al magnífico tiempo me largué de allí a escape, aterrorizado ante la posibilidad de que aquel tipo empezase a contarme la semana y media que aparentaba llevar solo allá arriba controlando el bosque.



Estas son ya tomadas en dirección Fataga. La carretera por esta parte de la isla está magnífica para darle gas a la moto. Si se amplía la foto se puede ver su discurrir sinuoso y aquí estaba cuando escuché, a lo lejos, el rugido de un motor a muy altas revoluciones. Desde que el motorista apareció a mi vista, en la parte izquierda de la foto, hasta que llegó a donde yo estaba, pasaron casi 8/10 minutos. Sólo se oía el ruido de los escapes cuyo eco reverberaba por todo el interior del barranco y aquel tipo,..... ¡venía rápido de verdad!


Aquí estaba. De "competi total". Mono enterizo con protecciones en espalda y rodillas. Pasó a mi lado como un avión.
Pero el ruido se mantenía; se seguían escuchando varias motos más. Este había sido solo el primero, el que más lanzado venía. Quería una foto de tres o cuatro pasando como tiros a mi lado. Como tardarían algo en llegar, aproveché los minutos para buscar un buen encuadre de la salida de la curva. Me puse a un lado y a otro de la carretera; probé más alante y más atrás hasta que encontré el sitio adecuado y de pronto, el que venía en segundo lugar va y se para a 40 metros.......¡para esperar a los otros! Se me quedó mirando



Luego arrancaron y se fueron sin que yo pudiera tirar la foto que quería. Más tarde los pasé, -se habían parado- pero al poco tuve que apartarme a la derecha y darles paso yo, porque venían otra vez como balas, sobre todo el del casco rojo y blanco que montaba una Ducati. Lo primero que vino a mi cabeza cuando me pasaron a velocidad de vértigo, es que jamás podría conducir la moto de aquella manera fuera de un circuito y dentro......¡tendría que verme! En una curva, a esas velocidades, aparece un coche de frente y.....es que la diferencia entre salir indemne o no contarlo, se reduce a centímetros. Un error mínimo de calibre hace que te estampes contra el coche que viene de frente sin remisión. Y no es que yo no tire de gas y vaya también rápido o incluso muy rápido en ocasiones, pero nunca a tanta velocidad durante tanto tiempo. A mi lo que me mola es hacer tramos. Casi nunca de más de dos kilómetros. Suelo esperar a alguna subida con curvas -es lo más que me gusta- y en las que tenga una visión si no completa, casi total del punto final en el que voy a aflojar. En estos casos, tiro de acelerador a fondo sin cortarme para nada. Por otro lado, cuando llego al final de mi "scratch", estoy eufórico. Llevo dos kilómetros con mis sentidos en estado de máxima alerta y con niveles de adrenalina elevados. Es una sensación magnífica, pero yo no puedo conducir la moto en ese estado de tensión máxima durante todo el tiempo de la excursión. Estos elementos sí.
 
Ya me voy acercando a Maspalomas. La vegetación por toda esta parte de Fataga respondía objetivamente a lo de "vergel de belleza sin par". 
A esta altura de la mañana, ya estaba cansado de estar sentado en la moto.






Lo peor del viaje empezó cuando llegué a Maspalomas y cogí la autopista para volver a casa. In-su-fri-ble. Salvo imponderable, no volveré más a regresar por el Sur. La moto es un modelo "naked", "desnuda" en inglés, es decir, no tiene carenado y por tanto la resistencia al aire es muy importante. Más aún entre Juan Grande y el Aeropuerto de Gando en donde la fuerza del viento se vuelve verdaderamente infernal para mi moto. A la altura de Arinaga tuve que aflojar en más de una ocasión porque temí que con los bandazos que daba la Kawa por el  tremendo viento, terminase encabritándose y tirándome al piso. Encima, la visera, que desde hace años está de adorno en el casco, empezó a aflojarse y a aletear. El cuello..........hace tiempo que entendí el porqué de la anchura del de Fernando Alonso

Llegué a casa muerto y más tarde que nunca. Sobre la una. 




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